Todos tenemos un recuerdo que se queda grabado para siempre, ese momento que, aunque pasen los años, sigue resonando en nuestra mente. Para mí, ese instante fue en un torneo de fútbol cuando jugaba en la categoría ‘76 del colegio. Perdíamos 2-0 contra el Instituto Cumbres en la final del Torneo de la Amistad. Santiago Baños, quien años después sería presidente deportivo del América, lideraba al equipo rival.
En la recta final del partido, todo cambió. Un gol mío y otro de mis compañeros nos llevaron al tiempo extra. La euforia en la cancha y en las tribunas era indescriptible. Ganamos. Éramos campeones.
El valor de ganar en la niñez
Ganar, especialmente durante la infancia, tiene un impacto que trasciende. No importa si es en un torneo de fútbol, en un concurso de porras o incluso en una competencia de bombas de chicle. Esos momentos de triunfo se convierten en recordatorios de que podemos superar desafíos, de que tenemos la capacidad de lograr cosas importantes.
Lo que parece ser un simple juego o actividad, en realidad está construyendo la confianza y el carácter de un niño. Es un mensaje silencioso que grita: “Ya lo hiciste una vez, puedes hacerlo de nuevo”.
Desde las gradas: una nueva perspectiva
Ahora, como padre, experimenté ese mismo júbilo desde un ángulo diferente. El domingo pasado, en la final de la Liga Bari, vi a mi hijo Lorenzo correr con el balón por la banda derecha, escapando habilidosamente de sus rivales. El gol que marcó su equipo no solo significó un campeonato, sino un momento que, estoy seguro, él también recordará en el futuro.
Este triunfo no fue solo de ellos. Los padres también lo vivimos como nuestro. Fuimos quienes los llevamos a los entrenamientos, lavamos sus uniformes y estuvimos ahí, alentándolos en cada paso.
Lecciones que el deporte enseña
El fútbol, y el deporte en general, no se trata solo de ganar trofeos. Se trata de aprender a trabajar en equipo, a levantarse después de una caída y a celebrar los logros, por pequeños que sean. Cada gol, cada pase, cada esfuerzo en la cancha es una metáfora de los desafíos que enfrentamos en la vida.
El significado de gritar “¡Gol!”
Un gol no siempre es literal. Para algunos, puede ser obtener un ascenso, para otros superar un obstáculo personal o completar un proyecto anhelado. En la vida, siempre habrá porterías que perseguir, y esos pequeños triunfos del pasado nos recuerdan que podemos alcanzarlas.
La magia de ganar no reside únicamente en el momento del triunfo, sino en cómo ese recuerdo nos motiva a seguir adelante, a mantenernos en el juego y a mirar siempre hacia las metas que están por venir.
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