*Maestro Rafael Estrada Cano, analista político.
La no intervención del Estado en la economía, o lo que es igual a “no politizar la economía” desde el exitoso desarrollo convergente de la “Gran Convergencia” del «capitalismo estatal” de China vs T-MEC.
Absurdamente la renegociación del T-MEC se cruzó con la diatriba “proteccionista arancelaria” de Canadá y Estados Unidos (USA) para expulsar a México del tratado y acusarle de ser «la puerta trasera» de productos del gigante asiático, aunque de carambola permitió a la República Popular de China (RPC) dar cátedra económica, con apenas señalar que … “politizar temas económicos no beneficia a nadie” y que la “cooperación comercial entre China y otros países se basa en principios de mercado y normas internacionales”.
La RPC es el segundo país del mundo con más millonarios -hay más de 6 millones, según el último Informe de riqueza global de UBS-. Su Producto Interno Bruto (PIB) solo es superado por el de USA, que tiene apenas 6 empresas más que el gigante asiático (139 vs 133) en la lista de las 500 corporaciones más grandes del mundo, según el listado de 2024 de la revista Fortune. También tiene el sector bancario más acaudalado y la entidad con mayores activos: el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC).
Hace 75 años, 1 de octubre de 1949, el Partido Comunista tomó el poder en China, luego de una larga guerra civil y con su líder, Mao Zedong, vio nacer una nueva nación: la RPC; instalando políticas marxistas, que a diferencia del comunismo soviético, centrado en la clase obrera, la revolución maoísta se basó en los campesinos. El objetivo fue industrializar al país y transformar la tradicional economía agraria china, creando brigadas de trabajo y granjas colectivas, prohibiendo la agricultura y la propiedad privada. La colectivización y centralización de la economía transformaron a la sociedad china. Su proceso de industrialización denominado “El Gran Salto Adelante» provocó una gravísima insuficiencia alimentaria donde entre 20 y 45 millones de personas murieron por tal motivo entre 1958 y 1962.
El milagro económico
El punto de inflexión histórico del comunismo de mercado chino tomó forma a partir de los cambios que Deng Xiaoping inició en 1978 -dos años después de la muerte de Mao- al impulsar el programa económico «Reforma y apertura” donde hizo todo lo contrario a Mao: liberalizó la economía, permitió el resurgimiento del sector privado y descentralizó el poder, dejando la toma de decisiones en manos de las autoridades locales; desmanteló las comunas y dio mayores libertades a los campesinos para administrar las tierras cultivadas y vender los productos cosechados; también se abrió al exterior: viajó a Estados Unidos y selló los lazos con Washington, tras el histórico primer paso que dio Richard Nixon al visitar a la RPC en los últimos años de Mao, en plena Guerra Fría.
Así, empezaron los contratos comerciales entre la RPC y Occidente, dando paso a la entrada en la economía del país asiático de inversiones extranjeras y multinacionales icónicas del capitalismo, como Coca-Cola, Boeing o McDonald’s.
El modelo económico de Deng, basado en una economía de mercado y dicho como «Socialismo con características chinas” permitió empezara a crecer a niveles récord y sostenidamente, durante cuatro décadas. El Banco Mundial estima que más de 760 millones de chinos salieron de la pobreza gracias a las reformas del «milagro económico más impresionante de cualquier economía en la historia”. Los líderes posteriores -Jiang Zemin, Hu Jintao y el actual mandatario del país, Xi Jinping– mantuvieron las reformas aperturistas.
La RPC no solo domina la fabricación de ropa, textiles y electrodomésticos. También es un gigante tecnológico; Xiaomi, Oppo y Vivo son algunas de las empresas de telefonía más grandes del mundo, mientras que Huawei es líder en el desarrollo de la tecnología 5G; Lenovo, es la que más ordenadores vende en el mundo; y la plataforma Alibaba es una de las principales empresas de comercio electrónico del planeta.
El claroscuro límite entre lo privado y lo estatal está detrás de la controversia que ha afectado en los últimos años a Huawei, luego de que USA acusara a la principal empresa privada de equipos de telecomunicaciones de China de ser un frente para el espionaje estatal.
La guerra comercial RPC vs EUA se centra en la balanza comercial, muy inclinada a favor de Pekín. Washington reclama por las enormes ayudas estatales que reciben las empresas privadas chinas, y que las ponen en ventaja con respecto a sus rivales. Las empresas privadas chinas tienen una doble ventaja: toman créditos de bancos públicos y reciben subsidios energéticos de las empresas estatales que controlan toda la producción energética nacional.
Conclusión Biopolítica

China no se puede llamar capitalista, pues no cumple con los requisitos y compromisos de la Organización Mundial del Comercio (OMC)», a la que se adhirió en 2001 y que aún no lo reconoce como «economía de mercado”… vaya absurdo¡¡¡ Además, la RPC de Xi Jinping es un “Estado Policial perfecto”.
Obligado es confrontar, el concepto llamado “progreso” y su complementariedad en la “sociedad de consumo” que sin importar tipo de Estado y antagonismos ideológicos se aplica tanto a economías capitalistas, socialistas o comunistas de mercado; afirmo lo anterior en razón de la construcción de un valor determinado denominado “felicidad” que sigue asociado al “consumo” y a la generación por décadas de “consumidores insatisfechos” a través de la “trampa malthusiana”.
Para eliminar la discriminación estructural provocada por la arquitectura financiera internacional como le califica el Secretario General de la ONU, António Guterres de “anticuada, ineficaz e injusta”, debe parar la segregación evolutiva de las naciones en razón de la clasificación taxonómica que organismos intergubernamentales les dan como: industrializadas, desarrolladas, en vías de desarrollo o subdesarrolladas, y menos adelantados en función de la “psicología del consumo”.


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