Hace 12 años, Her, la icónica película de Spike Jonze, nos sumergió en un mundo futurista donde el amor entre humanos y sistemas operativos parecía plausible. Ambientada en 2025, la cinta capturó nuestra imaginación y escepticismo. Sin embargo, lo que entonces parecía distante hoy está más cerca de convertirse en nuestra realidad cotidiana.
La trama sigue a Theodore, un escritor que entabla una relación romántica con Samantha, un sistema operativo de inteligencia artificial. La historia no solo plantea preguntas sobre nuestra relación con la tecnología, sino que también explora el lado más vulnerable y complejo del amor humano.
Tecnología y emociones: un escudo frente a la imperfección
Her no es solo una crítica a la creciente dependencia de la tecnología; es una reflexión sobre cómo esta podría influir en nuestras relaciones humanas. Theodore, el protagonista, no busca amor perfecto, sino un refugio frente a las complicaciones y el dolor inherente a las relaciones humanas.
Spike Jonze cuestiona si el avance tecnológico no está alimentando nuestra tendencia a evitar conflictos, nuestras inseguridades y nuestra incapacidad para aceptar las imperfecciones. Las interacciones humanas, con sus errores y vulnerabilidades, son lo que hace que el amor sea auténtico y significativo.
El amor en un mundo tecnológico: ¿qué está en juego?
El amor, por naturaleza, no busca la perfección, sino que abraza las imperfecciones del otro. En un mundo donde la inteligencia artificial promete relaciones «perfectas», surge una inquietante pregunta:
- ¿Qué sería del amor si eliminamos la imperfección?
Aunque las relaciones con tecnología inteligente podrían eliminar conflictos y sufrimiento, también podrían despojar al amor de su esencia: el aprendizaje, el crecimiento y la capacidad de amar a pesar de las fallas humanas.
Reflexiones finales: una advertencia para el futuro
Al mirar el 2025 a través de la lente de Her, no solo nos cuestionamos nuestro vínculo con la tecnología, sino también nuestra disposición a enfrentar los desafíos del amor real.
La película nos invita a reflexionar:
- ¿Estamos usando la tecnología como anestésico para nuestra soledad?
- ¿Qué significa amar en un mundo donde todo está diseñado para ser perfecto?
Her no teme a la tecnología, teme a lo que podríamos perder al entregarnos por completo a ella: nuestra humanidad.
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