La Secretaría de Gobernación declaró como Sitio de Memoria la tumba colectiva del Grupo Popular Guerrillero, cuyos integrantes participaron en el histórico ataque al cuartel militar de Ciudad Madera, Chihuahua, en 1965. Este hecho marcó un antes y un después en la historia contemporánea del país, al considerarse el inicio de las guerrillas modernas en México.
El ataque de 1965 y su impacto histórico
El 23 de septiembre de 1965, un grupo de 13 combatientes armados, miembros del Grupo Popular Guerrillero, emprendieron una ofensiva contra el cuartel militar de Ciudad Madera. La acción insurgente surgió como respuesta a los cacicazgos locales y la lucha por la tierra, en un contexto de desigualdad social y represión política.
Ocho de los participantes murieron en el enfrentamiento, entre ellos Antonio Scobell Gaytán, Arturo Gámiz García, Emilio Gámiz García, Miguel Quiñones Pedroza, Oscar Sandoval Salinas, Pablo Gómez Ramírez, Rafael Martínez Valdivia y Salomón Gaytán Aguirre, cuyos restos permanecen en el panteón municipal de Ciudad Madera.
Con el paso del tiempo, el ataque guerrillero se convirtió en un símbolo de resistencia y en un referente de la insurgencia en México, dando origen a nuevas expresiones armadas que marcaron las décadas posteriores.
Violaciones a los derechos humanos tras la represión
El decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación detalla que, tras el ataque, el entonces gobernador de Chihuahua, Práxedes Giner Durán (1962-1968), ordenó actos de represión contra los cuerpos de los combatientes.
Los cadáveres fueron lesionados, exhibidos en un camión maderero en la plaza principal de Ciudad Madera y posteriormente inhumados en una fosa común, impidiendo a sus familiares realizar ritos funerarios dignos. Estos hechos constituyeron graves violaciones a los derechos humanos, sumándose al clima de persecución y violencia política que caracterizó a la época.
Acciones de memoria y reparación colectiva
Con la declaratoria de Sitio de Memoria, la Secretaría de Gobernación establece que en la tumba colectiva se llevarán a cabo eventos conmemorativos, homenajes y jornadas culturales de carácter municipal y estatal.
La participación de los familiares de los combatientes será fundamental, pues se busca darles un espacio para expresar sus opiniones y preocupaciones, además de recuperar la dignidad de las víctimas.
Esta acción forma parte del Plan Colectivo de Reparación Integral, impulsado por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, el cual responde a la necesidad de reconocer las violaciones graves, generalizadas y sistemáticas a derechos humanos ocurridas durante la llamada “Guerra Sucia” en México.
La importancia de los Sitios de Memoria
El reconocimiento de la tumba colectiva como Sitio de Memoria tiene un valor doble: por un lado, resalta la relevancia histórica del ataque de 1965, y por otro, fortalece el derecho a la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas de violencia política.
De acuerdo con el decreto, estas acciones buscan promover la difusión de la memoria histórica, combatir la estigmatización de los luchadores sociales y garantizar que los hechos no se repitan.
El proyecto también contempla la preservación de la tumba como un espacio de reflexión y aprendizaje colectivo, donde se desarrollen actividades educativas y culturales que mantengan viva la memoria de quienes participaron en la insurgencia.
La memoria como garantía de no repetición
Organismos de derechos humanos y académicos han señalado que la construcción de la memoria histórica es un elemento indispensable para enfrentar las heridas del pasado. En este sentido, el reconocimiento oficial a los combatientes de Ciudad Madera representa un paso hacia la reconciliación con la historia.
La declaratoria también responde a la exigencia de colectivos sociales que han luchado durante décadas para que se reconozca a los caídos en la insurgencia de 1965 como víctimas de la violencia política, y no como criminales.
La decisión de declarar Sitio de Memoria la tumba colectiva del Grupo Popular Guerrillero en Ciudad Madera constituye un acto de justicia histórica y un avance en el reconocimiento de las víctimas de la represión.
Este paso no solo honra la memoria de los combatientes, sino que también reafirma el compromiso del Estado mexicano con la reparación integral, la preservación de la memoria y la garantía de no repetición.
A casi seis décadas del ataque, el sitio se consolida como un espacio de memoria viva, que recuerda la lucha social, denuncia la represión y mantiene presente el derecho de las comunidades a la verdad y la justicia.


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