La clara de huevo es un ingrediente natural económico que se ha usado por generaciones en rutinas de belleza caseras. Su riqueza en proteínas, vitaminas y minerales la convierte en un aliado para mejorar temporalmente la apariencia de la piel. Entre sus efectos más destacados se encuentran la firmeza, la reducción del brillo y el cierre de poros.
Uno de los beneficios más conocidos es su efecto tensor inmediato. Al aplicarla, forma una película sobre la piel que estira suavemente el cutis, reduciendo la flacidez y proporcionando una sensación de firmeza visible.
Además, la clara ayuda en la reducción de poros. Gracias a sus propiedades astringentes y su contenido proteico, disminuye la apariencia de los poros abiertos, dejando la piel con un acabado más uniforme y saludable.
Cómo aplicarla y precauciones
La clara de huevo también es útil para controlar la grasa facial. Absorbe el exceso de sebo, ayudando a mantener el rostro mate y menos brillante. Por otro lado, en mascarillas caseras actúa como un “pegamento natural” que arrastra impurezas al secarse, complementando la limpieza facial.
Para usarla, separa la clara de la yema y bátela ligeramente. Aplica la mezcla con una brocha o con las manos limpias en todo el rostro, evitando ojos y labios. Déjala actuar entre 10 y 15 minutos hasta que se seque por completo y retírala con agua tibia.
Es importante tener en cuenta algunas precauciones: realiza una prueba en una pequeña zona de piel antes de aplicarla en todo el rostro para descartar alergias. No se recomienda sobre heridas abiertas, irritaciones o piel extremadamente sensible. Recuerda que su efecto tensor es temporal y no sustituye tratamientos dermatológicos profesionales.
La clara de huevo es una opción natural y accesible para mejorar momentáneamente la firmeza, controlar el brillo y reducir los poros, pero siempre debe complementarse con una rutina de cuidado adecuada y, en caso de problemas cutáneos persistentes, la orientación de un especialista.


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