La violencia en Tamaulipas ha dejado de ser una estadística para convertirse en una realidad cotidiana. El asesinato de Ernesto Cuitláhuac Vázquez Reyna, delegado de la Fiscalía General de la República (FGR) en Reynosa, fue el más reciente de una serie de ataques que, desde 2023, han marcado un antes y un después en la seguridad del estado.
El ataque fue brutal y simbólico. Vázquez Reyna, un funcionario de alto perfil, fue emboscado el 4 de agosto mientras conducía por una de las principales avenidas de Reynosa. Su camioneta Cadillac fue interceptada por un comando armado, quien no solo le disparó repetidamente, sino que lo remató en el suelo y luego incendió su vehículo. Se presume que se usaron granadas de fragmentación.
Este crimen, considerado el más grave contra un funcionario federal en Tamaulipas en los últimos 15 años, expuso con crudeza el nivel de impunidad que impera en la región.
Atentado al secretario de Gobierno: el inicio de una ola
Todo comenzó el 3 de julio de 2023. Héctor Villegas González, secretario general de Gobierno, fue atacado a balazos en plena carretera entre Río Bravo y Ciudad Victoria. Aunque salió ileso, el mensaje fue claro: nadie en el gobierno estatal estaba a salvo.
Este hecho marcó el inicio de una cadena de atentados contra figuras clave del aparato gubernamental y candidatos en pleno año electoral.
Elecciones 2024: entre las urnas y las balas
Durante las campañas de 2024, la violencia se intensificó:
- El 23 de febrero, dispararon contra la casa de Corina Esther Garza Arreola, candidata del PVEM en Jiménez.
- El 19 de abril, fue asesinado Noé Ramos, alcalde con licencia de Ciudad Mante. Fue apuñalado en plena calle.
- El 27 de mayo, un comando atacó al equipo de campaña de Pedro Salazar (MC), matando a un escolta e hiriendo a cinco personas.
Las urnas, en Tamaulipas, se tiñeron de sangre.
Empresarios bajo amenaza: silencio forzado
La violencia no solo golpeó a políticos. El 30 de julio de 2024, Julio Almanza Armas, presidente de Fecanaco, sobrevivió a un atentado en Matamoros luego de denunciar el cobro de cuotas del crimen organizado. El ataque provocó un silencio absoluto entre líderes empresariales.
Días después, el 19 de agosto, Carlos Luis Peña Garza —padre del alcalde de Reynosa— fue interceptado por sicarios. Aunque salió ileso, el mensaje fue inequívoco: los empresarios también están en la mira.
Ciudad Victoria: epicentro de la crisis
La capital del estado vivió jornadas especialmente violentas. El 21 de agosto de 2024, el magistrado electoral Édgar Danés fue baleado en su cochera por un menor de edad. Horas más tarde, el exalcalde de Padilla, Eduardo Álvaro García, fue emboscado.
El 19 de mayo de 2025, un grupo armado atacó a Guardias Estatales que comían en un restaurante, hiriendo al coordinador en Nuevo Laredo, Luis Ángel Peñaflor. Dos de sus escoltas morirían semanas después en un incidente provocado.
Crimen organizado, política y huachicol: un cóctel explosivo
La FGR investiga si el asesinato de Vázquez Reyna está relacionado con recientes operativos contra el huachicol fiscal, especialmente en la frontera norte del país. La precisión del ataque sugiere inteligencia previa y complicidad local.
El gobernador Américo Villarreal condenó el atentado y prometió colaboración con autoridades federales. Sin embargo, la ciudadanía exige más que comunicados: exige justicia.
Un patrón que no se detiene
Con 10 atentados en dos años, 5 personas asesinadas, y al menos 11 heridas, el patrón de violencia en Tamaulipas no es casualidad. Es sistemático, estratégico y, lo más alarmante, impune.
Mientras funcionarios son ejecutados a plena luz del día y los empresarios callan por miedo, Tamaulipas se hunde en una crisis de seguridad que rebasa al Estado.
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