Tuxpan, Veracruz.- La violencia en Veracruz volvió a centrarse en el penal de Tuxpan, luego de que la noche del domingo se registrara un segundo ataque con explosivos lanzados mediante drones, apenas dos días después de un primer intento fallido.
Según reportes preliminares, uno de los artefactos, presuntamente una granada, explotó dentro del perímetro penitenciario, mientras que otros dos no detonan y fueron asegurados por personal especializado. Hasta ahora, las autoridades no han confirmado si existen personas lesionadas ni el alcance de los daños materiales.
Antecedentes: primer ataque y motín
El primer ataque ocurrió el viernes 15 de agosto, cuando drones arrojaron explosivos al mismo penal, aunque ninguno detonó y fueron desactivados por personal de seguridad. En aquella ocasión, el secretario de Gobierno, Ricardo Ahued Bardahuil, aseguró que estas acciones no doblegarían al Gobierno de Veracruz y que las amenazas serían infructuosas.
Sin embargo, apenas dos días después, se concretó este segundo atentado, dejando en evidencia la continuidad del riesgo y la capacidad de acción de grupos delictivos dentro y fuera del penal.
El penal de Tuxpan ha registrado recientemente múltiples situaciones de violencia. El 2 de agosto, internos provocaron un motín que dejó 9 muertos y 9 heridos, acompañado de incendios y disturbios dentro del centro penitenciario. Videos difundidos en redes sociales mostraban a internos asegurando que un grupo delictivo controlaba el penal con la complicidad de autoridades, coordinando extorsiones y delitos fuera del centro de reclusión.
Contexto de violencia y delincuencia organizada
La situación en Tuxpan refleja un patrón más amplio de delincuencia organizada en Veracruz, donde penales y reclusorios se han convertido en escenarios de conflicto interno y de control por parte de grupos criminales. Los ataques con drones marcan un cambio en la estrategia delictiva, empleando tecnología para amedrentar y alterar la seguridad penitenciaria.
Especialistas en seguridad penitenciaria señalan que este tipo de atentados demuestra la capacidad de los grupos para coordinar ataques desde el interior y exterior del penal, complicando la labor de vigilancia y control por parte de las autoridades.
Medidas y respuestas oficiales
Tras el segundo ataque, las autoridades reforzaron la seguridad en el penal, desplegando equipos especializados y evaluando la implementación de protocolos más estrictos para impedir nuevas incursiones con drones.
El Gobierno de Veracruz reafirma que no se doblegará ante amenazas, aunque reconoce la necesidad de mejorar la seguridad penitenciaria, tanto física como tecnológica, para evitar que internos puedan coordinar delitos desde el interior.
Impacto y percepción pública
Los ataques y el motín han generado alarma entre familiares de internos y la sociedad veracruzana, mientras expertos alertan sobre la posible escalada de violencia en penales del país si no se refuerzan medidas preventivas y de control. La combinación de drones, explosivos y complicidad interna representa un nuevo nivel de riesgo para los centros penitenciarios en México.
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