La tarde del viernes 1 de agosto de 2025, la tranquilidad de Santa Mónica Ozumbilla, una pequeña comunidad rural en Yuriria, Guanajuato, fue interrumpida por un violento ataque que dejó seis personas muertas. Un comando armado irrumpió en una finca campestre y ejecutó a sangre fría a seis hombres, para luego escapar sin dejar rastro.
Ataque coordinado y brutal
Eran alrededor de las 19:30 horas cuando vecinos escucharon múltiples detonaciones provenientes de una finca ubicada junto a la carretera estatal que conecta Moroleón con Cerano. Alarmados, llamaron al 911, describiendo una escena digna de guerra: varias camionetas ingresaron al predio, los agresores descendieron armados y abrieron fuego contra las víctimas sin mediar palabra.
“Fueron ráfagas, muchas. Luego silencio total”, relató uno de los testigos bajo anonimato por temor a represalias.
Hallazgo de los cuerpos y operativo fallido
Minutos después, elementos de Seguridad Pública, Guardia Nacional y Ejército Mexicano llegaron al lugar. Al interior del inmueble hallaron los cuerpos sin vida de seis hombres, todos con heridas por arma de fuego. Pese a los recorridos inmediatos por la zona, los agresores lograron huir.
Se montó un cerco perimetral y la zona fue asegurada para permitir el trabajo de los peritos de la Agencia de Investigación Criminal. En el sitio se recolectaron casquillos, huellas y otros indicios clave que ya están siendo analizados.
La respuesta de la Fiscalía
A través de un comunicado oficial, la Fiscalía General del Estado de Guanajuato informó que se activaron los protocolos de actuación correspondientes y se desplegó un operativo conjunto con autoridades federales y estatales.
«Estamos trabajando de manera diligente para esclarecer los hechos, identificar a las víctimas y capturar a los responsables», señaló la dependencia.
Yuriria y el dolor que no cesa
Este nuevo ataque se suma a una creciente ola de violencia que golpea al sur de Guanajuato, una región marcada por disputas entre grupos criminales. En lo que va del año, Yuriria ha sido escenario de múltiples asesinatos, desapariciones y enfrentamientos armados.
Organizaciones civiles han denunciado la falta de presencia permanente de fuerzas de seguridad, lo que permite que hechos como el del viernes se repitan con impunidad.
La comunidad, entre el miedo y la resignación
Tras la masacre, la comunidad de Santa Mónica Ozumbilla se encuentra consternada. Vecinos cerraron sus negocios y muchos han optado por no salir de sus casas. El miedo es palpable.
«Ya no es seguro vivir aquí, ni para trabajar la tierra ni para criar a nuestros hijos», expresó una madre de familia, visiblemente afectada.
Mientras tanto, el silencio de las autoridades locales y la falta de resultados inmediatos en la investigación generan indignación.
¿Y los responsables?
Hasta el momento, no se ha revelado la identidad de las víctimas ni una posible línea de investigación. Tampoco se ha dado a conocer si existen grabaciones de cámaras de vigilancia o testigos clave que puedan facilitar la captura del comando armado.
Lo único cierto es que seis familias lloran hoy a sus muertos, mientras la justicia parece, una vez más, quedar en deuda.


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