El Escuadrón 201 vuelve a ser protagonista ochenta años después de su retorno a México, no porque sus aviones vuelvan a surcar el cielo del Pacífico, sino porque su memoria continúa viva en cada ceremonia militar, cada formación de pilotos y cada acto que recuerda la valentía de quienes volaron lejos de casa para defender la libertad en la Segunda Guerra Mundial.
La mañana en que se realizó la ceremonia, el Bosque de Chapultepec estaba distinto. El aire olía a solemnidad. Las botas marcaban un ritmo firme sobre la plaza y el Monumento a las Águilas Caídas se erguía como un testigo silencioso del pasado.
Ahí, el secretario de la Defensa Nacional, Ricardo Trevilla Trejo, encabezó el homenaje por el 80 aniversario del Retorno a la Patria de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana, acompañado por mandos militares, pilotos y jóvenes cadetes que observaban con reverencia.
El honor intacto del Escuadrón 201 tras ocho décadas
El acto inició con una ofrenda floral, colocada para honrar a los integrantes del Escuadrón 201, aquel grupo de pilotos que hace ocho décadas cruzó el Pacífico para combatir en Filipinas junto a las fuerzas aliadas. Fueron hombres que enfrentaron misiones de bombardeo, reconocimiento y apoyo aéreo contra un enemigo experimentado en uno de los frentes más complejos de la guerra.
El general de división Román Carmona Landa, comandante de la Fuerza Aérea Mexicana, recordó que aunque los tiempos han cambiado, el legado permanece.
Hoy los soldados del aire enfrentan otros desafíos: la vigilancia del espacio aéreo nacional, apoyo a desastres naturales, coordinación con el Ejército y la Guardia Nacional y misiones de seguridad interna. Pero todos, sin excepción, actúan “impregnados del espíritu de la inmortal Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana”.
Ese espíritu, dijo, sigue siendo una guía para los nuevos aviadores.
El valor del Escuadrón 201 como inspiración militar
A mitad de la ceremonia, la figura del Escuadrón 201 volvió a ocupar el centro del mensaje.
El comandante evocó las palabras del último sobreviviente de aquella Fuerza Aérea Expedicionaria, el sargento primero de transmisiones Maximiliano Gutiérrez Marín, quien en vida dijo:
“El éxito de la Fuerza Aérea radica en el patriotismo de quienes nos enlistamos de forma voluntaria… nuestra unión como equipo es clave para lograr la victoria”.
Y fue ahí, entre aplausos discretos y rostros firmes, que la esencia del escuadrón se sintió presente. La cita se convirtió en un recordatorio de lo que significa servir: disciplina, valor, sacrificio y un enorme amor por México.

El joven cadete que entendió el peso del uniforme
Entre los presentes, un joven cadete llamado Luis —18 años recién cumplidos— observaba cada momento con atención.
Había estudiado sobre el Escuadrón 201 en la escuela militar, pero nunca había sentido tanta conexión con ese capítulo de la historia como al estar frente al Monumento a las Águilas Caídas.
Mientras escuchaba las narraciones sobre misiones en Filipinas, pilotos que nunca regresaron y los riesgos que enfrentaron, comprendió algo:
no solo se entrenaba para volar un avión, sino para cargar con un legado que había sido escrito con vidas, valentía y decisiones que cambiaron el rumbo de un país.
“Algún día tú también inspirarás a alguien”, pensó.
En ese instante, el pasado dejó de ser un texto en un libro y se convirtió en un destino posible.
México en la Segunda Guerra Mundial: un capítulo que marcó generaciones
Durante el evento se recordó cómo México fue llevado a la guerra en 1942, tras ataques a buques nacionales. La respuesta fue clara: apoyar a los Aliados.
Para 1944, se conformó la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana con 293 elementos, entre ellos:
- 35 pilotos aviadores
- 123 elementos de la Fuerza Aérea
- 170 integrantes del Ejército en áreas de armeros, sanidad, transmisiones, intendencia y transportes
Todos respondieron al llamado de la patria sin importar el riesgo. Muchos regresaron. Algunos no. Pero todos dejaron una huella que aún hoy marca la identidad militar mexicana.
El regreso histórico de 1945
El 13 de noviembre de 1945, México estalló en júbilo cuando los soldados mexicanos regresaron a San Pedro, California, después de cumplir su misión.
Fue más que un recibimiento: fue un reconocimiento nacional que trascendió generaciones.
Hoy, ochenta años después, Ejército, Fuerza Aérea y Guardia Nacional encuentran en ellos un legado firme y eterno.
El Escuadrón 201 no es un capítulo aislado. Es un símbolo de lo que México fue, es y puede ser.
Es un recuerdo vivo de que la valentía no pasa de moda y de que el honor sigue siendo el mejor motor para servir al país.Y así como inició esta nota, al final vuelve la misma idea: el Escuadrón 201 sigue inspirando, sigue enseñando y sigue volando, aunque ahora lo haga en la memoria y el corazón de México.


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