En un país donde la violencia ha dejado huellas profundas, entregar un arma no es solo un acto simbólico: es un paso hacia la reconstrucción de la confianza. Así lo demuestra el programa de desarme voluntario, que en menos de nueve meses ha logrado recolectar 6 mil 420 armas en todo México, gracias a la participación activa de la ciudadanía.
En la conferencia matutina de este martes, Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Gobernación, destacó este avance como parte del eje de “atención a las causas” del plan de seguridad del gobierno federal. Acompañada de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la funcionaria celebró que miles de personas decidieran cambiar la violencia por oportunidades y educación.
Más que cifras: una decisión por la vida
El programa de canje de armas ofrece a los ciudadanos la posibilidad de entregar armas a cambio de dinero en efectivo, sin ser investigados ni sancionados. Esta medida, implementada en coordinación con gobiernos locales y fuerzas armadas, busca reducir riesgos en los hogares y fomentar una cultura de paz.
Entre enero y octubre de este año, la ciudadanía ha entregado 1,967 armas largas, 3,809 armas cortas y 644 granadas, además de 438,619 cartuchos, 15 cartuchos de dinamita, 10,910 cargadores, 85,014 cápsulas detonantes y 245 estopines.
Pero el impacto del programa no termina ahí: 5,821 juguetes bélicos fueron intercambiados por juguetes educativos, promoviendo entre niños y niñas una visión distinta del juego y la convivencia.
“Atención a las causas”: el eje más humano de la estrategia
El éxito del programa refleja el compromiso del gobierno federal con su estrategia de seguridad basada en cuatro ejes fundamentales: atención a las causas, inteligencia, prevención y proximidad social.
De acuerdo con Rodríguez, cada arma entregada representa una vida potencialmente salvada, un hogar más seguro y una comunidad más tranquila. Esta iniciativa no solo busca reducir la violencia armada, sino transformar las raíces sociales que la alimentan.
El enfoque humanista, impulsado por la administración actual, parte de una idea clara: la paz no se impone, se construye. Por eso, el gobierno continúa llevando módulos de canje a plazas, escuelas y espacios comunitarios, para acercar la oportunidad de rendir las armas a todos los rincones del país.
Hacia un México más seguro y solidario
El compromiso ciudadano ha sido clave. Cada persona que decide entregar su arma demuestra que la seguridad es una responsabilidad compartida. Las autoridades subrayan que este esfuerzo no sería posible sin la colaboración entre gobiernos locales, fuerzas armadas y sociedad civil.
Este programa forma parte de una política de Estado más amplia que incluye la creación de espacios educativos, deportivos y culturales, destinados a alejar a los jóvenes de la violencia y abrir caminos hacia un futuro de desarrollo.
A nueve meses de iniciado el año, el desarme voluntario se ha consolidado como uno de los proyectos más efectivos de prevención social en México, mostrando que la paz se puede alcanzar con acciones concretas y voluntad colectiva.
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