Una cacería internacional está en marcha. Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad de Tabasco, es ahora un prófugo con ficha roja de Interpol, acusado de ser el «Comandante H», líder de un brazo armado del CJNG. Su caso destapa una presunta red de corrupción que salpica al exgobernador Adán Augusto López.
El sistema de seguridad y justicia de México enfrenta un nuevo escándalo de proporciones mayúsculas que evoca los fantasmas más oscuros de la corrupción. Hernán Bermúdez Requena, quien hasta enero de 2024 fungió como Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de Tabasco, es hoy un prófugo de la justicia internacional. Sobre él pesa una orden de aprehensión y una ficha roja de Interpol por sus presuntos nexos con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Conocido en el mundo criminal como el «Comandante H», Bermúdez es acusado de liderar «La Barredora», una violenta célula delictiva dedicada al huachicoleo y la extorsión, que operaba como brazo armado del CJNG en la región. Su caída no es solo la de un funcionario corrupto, sino la exposición de una presunta simbiosis entre el Estado y el crimen organizado al más alto nivel.
El «García Luna de la 4T»: Una narrativa explosiva
El caso de Bermúdez ha sido inevitablemente comparado con el de Genaro García Luna, el exsecretario de Seguridad federal sentenciado en Estados Unidos por colaborar con el Cártel de Sinaloa. Medios y analistas ya se refieren a Bermúdez como «el García Luna de Adán Augusto», un apodo que resuena con fuerza en la conciencia pública.
Este paralelismo es devastador porque sugiere que la infiltración del narcotráfico en las cúpulas de seguridad no fue un mal exclusivo de administraciones pasadas, sino una podredumbre sistémica que ha persistido. La historia del «Comandante H» alimenta la percepción ciudadana de que las instituciones encargadas de protegerlos están, en realidad, al servicio de los criminales.
La bomba de tiempo política: Adán Augusto en la mira
El escándalo trasciende a Bermúdez y apunta directamente a su padrino político: Adán Augusto López Hernández, figura prominente de Morena, exgobernador de Tabasco y exsecretario de Gobernación. Fue López Hernández quien nombró a Bermúdez como titular de la Policía de Investigación en 2019 y luego lo ascendió a Secretario de Seguridad estatal.
El dato más incriminatorio y que convierte este caso en una bomba de tiempo política es la cronología de los hechos:
- Octubre de 2022: Los «Guacamaya Leaks», una masiva filtración de documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), revelan informes de inteligencia militar que ya vinculaban a Hernán Bermúdez con «La Barredora» y el CJNG. Esta información se hizo pública.
- 2022 – 2024: A pesar de la revelación y de la gravedad de los informes de inteligencia militar, Bermúdez Requena permaneció en su cargo por más de un año, hasta su renuncia en enero de 2024 en medio de una ola de violencia en el estado.
«Se han hecho gestiones ya con Interpol. Yo creo que si me preguntas, ¿qué hace falta? Yo respondería: agarrar a esos líderes.» – Declaración de un comandante militar sobre la búsqueda de Bermúdez.
Esta línea de tiempo plantea preguntas ineludibles y políticamente explosivas: ¿Sabía Adán Augusto López de los nexos de su jefe de seguridad cuando lo nombró y lo mantuvo en el cargo? Si lo sabía, ¿por qué lo protegió? Si no lo sabía, ¿representa una negligencia catastrófica en la gobernabilidad de un estado?
El gobierno federal actual ha afirmado que no existe una investigación en curso contra Adán Augusto López por este caso. Sin embargo, la fuga internacional de su exprotegido y la evidencia de que las alertas existían desde 2022 aseguran que la presión pública y mediática sobre uno de los hombres fuertes del partido en el poder no hará más que aumentar. La cacería del «Comandante H» es también la cacería de la verdad sobre quién permitió que un presunto capo criminal dirigiera la seguridad de un estado entero.


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