La ejecución de la alcaldesa de San Mateo Piñas, Lilia Gema García, fue un acto de brutalidad calculado. Un comando usó rifles de asalto para disparar 60 veces en solo 6 minutos dentro del Palacio Municipal. Los detalles son escalofriantes.
«Sesenta balazos en seis minutos». Esa es la escalofriante estadística que resume la ejecución de la alcaldesa de San Mateo Piñas, Oaxaca, y un colaborador. El ataque, perpetrado por un comando con rifles de guerra dentro de la sede del gobierno municipal, revela un nivel de violencia y precisión que ha dejado a la comunidad y al país en estado de shock.
Más allá del «quién» y el «porqué», el «cómo» del asesinato de la alcaldesa Lilia Gema García Soto y el representante comunitario Gregorio García Ruiz revela la aterradora capacidad operativa y la crueldad de sus ejecutores. La reconstrucción de los hechos por parte de la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO) pinta una escena de terror planificado, ejecutado con una eficiencia letal que buscaba no solo matar, sino también aterrorizar.
La Cronología del Terror: Seis Minutos de Furia
El ataque al Palacio Municipal de San Mateo Piñas fue una operación relámpago. Según la reconstrucción de la fiscalía, todo ocurrió en un lapso de tiempo increíblemente corto, entre las 11:40 y las 11:46 de la mañana del domingo. En solo seis minutos, el comando llegó, ejecutó su misión y se retiró sin que nadie pudiera detenerlos.
Esta rapidez sugiere un alto grado de planificación y conocimiento del lugar y de los movimientos de las víctimas. Los cinco sicarios encapuchados que llegaron en dos motocicletas sabían exactamente a dónde ir y a quién buscar.
La Fuerza del Armamento: 60 Disparos de Rifles de Guerra
La brutalidad del ataque se mide en el número y tipo de municiones utilizadas. En la escena del crimen, los peritos de la FGEO recolectaron un total de 60 casquillos percutidos. Este diluvio de balas fue disparado con armamento de alto poder, de uso exclusivo de las fuerzas armadas:
* Rifles AK-47 (conocidos como «cuerno de chivo»).
* Rifles AR-15.
El uso de estas armas de guerra en un ataque dentro de un edificio gubernamental demuestra el nivel de impunidad con el que operan estos grupos criminales. No se trataba de un simple ajuste de cuentas; fue una demostración de fuerza militar, diseñada para no dejar ninguna posibilidad de supervivencia y para enviar un mensaje inequívoco de poder.
«El comando actuó entre las 11:40 y las 11:46 horas. En el lugar se encontraron al menos 60 casquillos percutidos de rifles AK-47 y AR-15. Hasta ahora, no se han realizado detenciones.» – Informe de la Fiscalía General del Estado de Oaxaca.
Un Ataque en un Lugar «Seguro»
Otro factor que agrava la conmoción es el contexto de seguridad del municipio. Según el fiscal Bernardo Rodríguez Alamilla, San Mateo Piñas no estaba clasificado como un municipio de alta incidencia delictiva, ni se tenía registro de la operación de grupos del crimen organizado en la zona. Además, la propia alcaldesa no había comunicado haber recibido amenazas directas que hicieran necesaria una protección especial.
Este hecho sugiere dos posibilidades aterradoras:
* Que la amenaza era tan interna y cercana que pasó desapercibida por los sistemas de inteligencia.
* Que la capacidad de los grupos criminales para proyectar violencia en cualquier punto del territorio, incluso en zonas consideradas «tranquilas», es total.
La masacre de San Mateo Piñas, con su saldo de «60 balazos en 6 minutos», no es solo la crónica de dos asesinatos. Es la radiografía de un Estado rebasado y de una violencia que ya no respeta ni los símbolos más básicos de la autoridad y la vida civil.


TE PODRÍA INTERESAR