La historia de México está llena de gobernantes que no comprendieron su papel. Enrique González Pedrero, un intelectual de renombre, sintió que ser gobernador de Tabasco le quedaba “chico”. No entendió que la verdadera alta política es garantizar la paz y la estabilidad.
Décadas después, en Sinaloa, la historia se repite. Pero esta vez no es un intelectual quien desprecia la responsabilidad de gobernar, sino un líder que, ante la crisis de violencia, prefiere ignorar la realidad.
Mientras el estado se desangra, su gobernador se aferra a discursos cínicos y vacíos. ¿Hasta cuándo podrá sostener esa narrativa?
Sinaloa: cuatro meses de terror sin control gubernamental
Sinaloa enfrenta una crisis de violencia sin precedentes. Desde hace más de cuatro meses, el estado vive una guerra entre grupos criminales. Las consecuencias son devastadoras:
- Empresas cerradas o en fuga por la inseguridad.
- Carreteras intransitables, tomadas por el crimen organizado.
- Aumento de homicidios y desapariciones.
- Turismo en caída libre.
La población clama por seguridad, pero el gobierno responde con indiferencia.
La impunidad como sello de la crisis
El gobernador ha optado por minimizar la situación con declaraciones que rayan en el cinismo:
“Los enemigos son los delincuentes, no el gobierno”.
“En Sinaloa vivimos perfectamente bien”.
Pero la realidad lo contradice. La violencia y la impunidad avanzan sin freno, mientras las instituciones parecen haber renunciado a su deber.
En un sistema democrático, la principal función de un gobernador es garantizar la paz. Cuando un líder no cumple con esa responsabilidad, se convierte en parte del problema.
La lección de la historia: gobernar no es solo administrar
El caso de González Pedrero nos recuerda una verdad innegable: un gobernador que no impone el orden es irrelevante.
La seguridad no es un tema menor ni una simple tarea administrativa. Es la base sobre la que se construye el desarrollo económico y social. Sin seguridad, no hay inversión, no hay turismo, no hay estabilidad.
Hoy, Sinaloa necesita más que discursos. Necesita un liderazgo que:
Reconozca la crisis.
Tome medidas concretas contra el crimen organizado.
Recupere la confianza de la población.
De lo contrario, el estado seguirá sumido en el caos.
¿Qué sigue para Sinaloa?
Si el gobierno no reacciona pronto, la crisis puede agravarse aún más. Las opciones son claras:
- Recuperar el control territorial y restablecer la gobernabilidad.
- Seguir ignorando la crisis hasta que la situación sea insostenible.
El tiempo corre. La historia juzgará la decisión que tomen.
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