Una confrontación con la prensa que genera perplejidad
El gobierno mexicano, liderado por Claudia Sheinbaum, ha iniciado una campaña para desacreditar el reportaje de The New York Times sobre la producción de fentanilo en México. Esta postura ha desatado cuestionamientos sobre las prioridades del gobierno frente a una crisis que afecta tanto a México como a Estados Unidos.
La situación no es nueva. Hace unos meses, el canciller Juan Ramón de la Fuente y el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, enviaron una carta a The Washington Post protestando contra una editorial sobre la reforma judicial mexicana. Sin embargo, este esfuerzo reciente parece aún más improductivo y riesgoso.
El riesgo de alimentar percepciones negativas
Intentar descalificar investigaciones periodísticas como la de The New York Times puede tener efectos adversos para México. En Estados Unidos, tanto republicanos como demócratas han expresado preocupaciones sobre el papel de México en la crisis del fentanilo.
La percepción de que el gobierno mexicano prioriza la protección de organizaciones criminales sobre su persecución no es nueva. Durante el mandato de Andrés Manuel López Obrador, su estrategia de “abrazos, no balazos” generó dudas en Washington, reforzadas por sus comentarios que parecían evitar la confrontación directa con los cárteles.
Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, estas sospechas toman un nuevo matiz. Altos funcionarios del próximo gobierno, como Marco Rubio y Michael Waltz, ya han expresado su intención de combatir a los cárteles mexicanos, incluso con propuestas de fuerza militar unilateral.
La realidad del fentanilo
México es un punto clave en la producción y tráfico de fentanilo. Según un informe reciente del Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos, los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación lideran este negocio, utilizando precursores químicos provenientes de China.
La magnitud del problema es clara: el fentanilo, un opioide sintético de alta potencia, es responsable de una grave crisis de salud pública en Estados Unidos. Las redes criminales mexicanas juegan un papel fundamental en su introducción al mercado estadounidense.
Frente a esta realidad, la batalla del gobierno mexicano con The New York Times no solo parece un desvío de prioridades, sino una estrategia contraproducente que refuerza la percepción de inacción o complicidad.
La narrativa importa: un error estratégico
En un contexto en el que la relación bilateral con Estados Unidos será clave para abordar la crisis del fentanilo, el gobierno de Claudia Sheinbaum debe manejar con cuidado su comunicación. Mientras la administración de Trump asume un enfoque agresivo hacia los cárteles, pelearse con la prensa estadounidense envía un mensaje ambiguo que podría complicar aún más la relación con Washington.
La presidenta Sheinbaum enfrenta una batalla narrativa difícil. La desconfianza en su gobierno se agrava al dedicar recursos a desacreditar un reportaje en lugar de implementar acciones contundentes contra el problema del fentanilo.
Un llamado a replantear prioridades
La crisis del fentanilo no solo es un problema de seguridad, sino un desafío diplomático. Pelear con medios como The New York Times desvía la atención de lo esencial: mostrar un compromiso real con la lucha contra los cárteles y construir una relación sólida con Estados Unidos.
Sheinbaum debe evitar caer en el mismo error que su predecesor y centrar su estrategia en resultados tangibles que refuercen la confianza en México como un aliado en esta crisis global.
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