Un reciente reportaje de The New York Times ha puesto en el centro de atención la supuesta existencia de laboratorios de fentanilo en Culiacán, Sinaloa. Sin embargo, este trabajo ha sido cuestionado por expertos como el periodista Luis Chaparro, quien asegura que los sitios mostrados podrían ser centros de empaquetamiento y corte, más que laboratorios de síntesis.
La discusión sobre la producción del fentaniloen México no es nueva, pero este caso ha reavivado un intenso debate en medio de la creciente crisis de opioides.
El reportaje del NYT: un laboratorio en el corazón de Culiacán
En el reportaje firmado por Natalie Kitroeff y Paulina Villegas, se describe un pequeño departamento en Culiacán utilizado por el Cártel de Sinaloa para manejar fentanilo. Las imágenes mostraban condiciones rudimentarias:
- Botellas de cerveza y alimentos presentes en el lugar.
- Ausencia de medidas de seguridad estrictas, como guantes o máscaras adecuadas.
Estas características levantaron dudas sobre si el sitio era realmente un laboratorio de síntesis o simplemente un centro de procesamiento final.
El análisis de Luis Chaparro: claves para identificar un laboratorio de síntesis
Luis Chaparro, periodista especializado en narcotráfico, explicó que la verdadera producción de fentanilo implica el uso de precursores químicos específicos, como la 4-piperidona, NPP o ANPP. Estos compuestos son esenciales para la síntesis de fentanilo desde cero y son raros fuera del contexto de la fabricación de esta droga.
¿Qué es un centro de corte y empaquetamiento?
Chaparro argumentó que el lugar mostrado en el reportaje podría ser utilizado para:
- Reducir la pureza del fentanilo: Mezclándolo con acetona y otros químicos.
- Convertirlo en tabletas: Mediante el uso de colorantes y máquinas de prensado.
Estos procesos son comunes en laboratorios urbanos, donde los cárteles buscan mantener un bajo perfil.
El “mágico” modelo del fentanilo: pequeños laboratorios dispersos
La producción de fentanilo ha cambiado radicalmente el modelo operativo de los cárteles:
- Espacios reducidos: Basta una pequeña cocina o cuarto para producir la droga.
- Laboratorios móviles: Los cárteles distribuyen cientos de laboratorios pequeños, minimizando riesgos si uno es desmantelado.
Según Chaparro, este modelo ha permitido al Cártel de Sinaloa y al CJNG producir grandes cantidades de fentanilo con bajos costos y un perfil más discreto que la producción de metanfetaminas o cocaína.
El papel de los precursores: ¿importación en México?
Aunque autoridades como la presidenta Claudia Sheinbaum han negado la producción de fentanilo en México, Chaparro aseguró que hay evidencia de decomisos de precursores químicos en puertos como Ensenada y Manzanillo desde 2020.
Datos relevantes sobre los precursores:
- 4-piperidona: Uso limitado fuera de la síntesis de fentanilo.
- Decomisos documentados: Aunque la Sedena y Marina no reportan oficialmente estos casos, existen registros en medios.
“Es difícil imaginar que se importen cantidades tan grandes sin que haya laboratorios activos en el país”, afirmó el periodista.
¿Qué implica la producción de fentanilo en México?
El fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína, ha transformado el narcotráfico global:
- Alta rentabilidad: Su producción es más barata y menos visible.
- Altamente adictivo y letal: En dosis mínimas puede provocar sobredosis.
La capacidad de los cárteles para operar pequeños laboratorios urbanos asegura un suministro constante al mercado, desafiando los esfuerzos para erradicar su fabricación.
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