En un contexto de creciente preocupación sobre el crimen organizado y su infiltración en diversos sectores académicos, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, desmintió recientemente los informes que sugerían un reclutamiento masivo de químicos por parte del Cártel de Sinaloa. Según un reportaje de The New York Times, el cártel estaría reclutando a estudiantes de química para fabricar fentanilo en laboratorios clandestinos, lo que ha generado una gran alarma tanto en México como en Estados Unidos.
Este artículo busca desentrañar los detalles detrás de esta polémica, analizando las declaraciones de Sheinbaum, los antecedentes de los informes filtrados por el colectivo Guacamaya, y el impacto de estas denuncias sobre la relación entre las autoridades mexicanas y los grupos criminales.
Contexto del reclutamiento de químicos por parte del Cártel de Sinaloa
El informe publicado por The New York Times se refiere a una serie de filtraciones que vinculan al Cártel de Sinaloa con el reclutamiento de químicos especializados. Según estos reportes, el cártel estaría recurriendo a expertos en química para mejorar la calidad de los precursores y la producción de fentanilo, una droga sintética altamente adictiva y peligrosa.
En un contexto de pandemia global, el crimen organizado, particularmente el Cártel de Sinaloa, aprovechó las interrupciones en las cadenas de suministro para innovar en la ingeniería química, produciendo una versión más pura y efectiva de fentanilo, con precursores traídos desde China. Los informes apuntan a la contratación de profesores universitarios y expertos en la materia para llevar a cabo estas operaciones ilegales.
Filtraciones de inteligencia y el hackeo de Guacamaya
Uno de los momentos clave en la revelación de esta información fue el hackeo de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) por parte del colectivo Guacamaya. En 2022, miles de documentos confidenciales fueron filtrados, revelando detalles de investigaciones de la Guardia Nacional sobre el reclutamiento de químicos y los esfuerzos del Cártel de Sinaloa para obtener materiales químicos que les permitieran sintetizar fentanilo a gran escala.
El hackeo expuso una red de operaciones ilegales relacionadas con la producción de narcóticos y cómo estas se vinculaban con expertos en diversas disciplinas científicas. La información filtrada fue suficiente para generar un debate sobre la eficiencia de las autoridades mexicanas en la lucha contra el crimen organizado, en especial en lo que respecta al involucramiento de académicos en estas actividades ilícitas.
Reacciones de la presidenta Claudia Sheinbaum
A pesar de las alarmantes revelaciones, la presidenta Claudia Sheinbaum negó que el gobierno de México tuviera información confirmada sobre el reclutamiento de químicos para la fabricación de fentanilo. En una conferencia de prensa, Sheinbaum aclaró que no había evidencia de que los informes fueran ciertos y que las autoridades no poseían datos suficientes para hacer una afirmación concreta sobre el asunto.
Sheinbaum también subrayó que, aunque existieron investigaciones previas relacionadas con la detención de individuos involucrados en el crimen organizado, no se había logrado confirmar la participación de académicos en actividades ilícitas. En su respuesta, la presidenta hizo hincapié en la importancia de seguir una estrategia de transparencia y colaboración para abordar los desafíos del crimen organizado en México.
Antecedentes: El caso de Salvador C. y la desarticulación de redes de fentanilo
El gobierno de México ya había enfrentado situaciones similares en el pasado, como en octubre de 2020, cuando se desarticuló una red de tráfico de fentanilo encabezada por Salvador C., un ingeniero químico egresado de la UNAM. Este caso mostró cómo los grupos criminales han utilizado el conocimiento académico para avanzar en la producción de drogas sintéticas.
En este caso específico, Salvador C. tenía vínculos con proveedores en Hong Kong y había establecido un laboratorio clandestino en Iztapalapa, donde se fabricaban precursores y productos relacionados con el fentanilo. La detención de Salvador C. puso de manifiesto la capacidad del crimen organizado para infiltrar sectores de la ciencia y la educación, algo que ha inquietado a las autoridades mexicanas.
El asesinato de un estudiante de química: una historia trágica
En 2021, la tragedia tocó nuevamente las puertas de las universidades mexicanas cuando un estudiante de química de la Universidad Autónoma de Baja California fue asesinado tras negarse a colaborar con los grupos criminales. Este caso subraya la extrema violencia a la que pueden enfrentarse aquellos que se resisten a colaborar con el crimen organizado, un fenómeno que ha sido documentado en diversas ocasiones.
La propuesta de los grupos criminales a estos expertos es considerable: entre 800 y 18,000 dólares mensuales por colaborar en la creación de drogas sintéticas, según diversos reportes. Esta suma es muy atractiva para los jóvenes estudiantes y profesionales que enfrentan dificultades económicas, lo que hace aún más complejo el panorama de la lucha contra el crimen organizado en México.
Impacto en la política de seguridad y el narcotráfico en México
La revelación de estos hechos pone de relieve la urgente necesidad de una política de seguridad pública más efectiva y una mayor colaboración internacional en la lucha contra el narcotráfico. México ha sido un actor clave en la producción de fentanilo, y su relación con Estados Unidos en este contexto es fundamental. La colaboración entre las autoridades mexicanas y estadounidenses será crucial para combatir esta epidemia.
En este sentido, Sheinbaum destacó la importancia de atender las causas subyacentes de la migración y el crimen organizado, que van más allá del reclutamiento de químicos y que requieren un enfoque integral que aborde problemas sociales como la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.
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