La salida de Gertz Manero marcó el inicio de una nueva narrativa política en México. Todo comenzó en una mañana aparentemente rutinaria en Palacio Nacional, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum confirmó algo que durante semanas había sido tema de especulación: el cambio en la Fiscalía General de la República no fue abrupto, ni forzado, ni producto de un conflicto interno. Por el contrario, fue —en sus propias palabras— un acuerdo institucional, una transición pactada que abre la puerta a un ciclo completamente nuevo para la justicia en el país.
Un relevo que sorprende, pero no divide
En el ambiente político, los cambios en instituciones clave suelen provocar tensiones. Sin embargo, Sheinbaum dejó claro que en esta ocasión el relevo fue terso. Explicó que “se cumplió un periodo y se inicia otro”, una frase que —más allá de su aparente sencillez— refleja la necesidad de renovar estructuras para fortalecer la cooperación entre gobierno federal, fiscalías y poderes del Estado.
La mandataria fue enfática: no hubo resistencia por parte del fiscal. Alejandro Gertz Manero aceptó la transición y, según reveló, también aceptó la propuesta de ocupar una embajada, cuyo destino será anunciado en el momento adecuado. En medio de rumores, especulaciones y lecturas políticas, este acuerdo selló un tránsito que podría definir el rumbo de la justicia mexicana durante los próximos años.
La importancia de la salida de Gertz Manero en la nueva estrategia de justicia
Hacia la mitad del discurso presidencial, Sheinbaum contextualizó la salida de Gertz Manero como parte de un proceso natural de renovación.
No se trató únicamente de un cambio de nombre al frente de la FGR, sino de una estrategia más amplia que busca mejorar la coordinación entre instituciones. La presidenta confía en que la persona que el Senado designe podrá fortalecer esta colaboración en beneficio de la seguridad y la justicia para todos los mexicanos. En tiempos donde el país enfrenta retos complejos, desde el combate al crimen organizado hasta el acceso a la justicia, la FGR necesita no sólo liderazgo, sino cohesión institucional y visión de largo plazo.
La mandataria también recordó que, mientras avanza el proceso en el Senado, la ex consejera jurídica Ernestina Godoy queda como encargada del despacho. Su presencia refuerza la continuidad y evita un vacío en la operación interna, garantizando que ninguna investigación ni procedimiento quede detenido durante la transición.
Una transición que busca reforzar la confianza pública
La figura de Gertz Manero ha sido polémica durante su periodo, y su salida genera un nuevo escenario. Para Sheinbaum, este cambio no significa borrón y cuenta nueva, sino un cierre digno de un ciclo que cumplió su función. Agradeció su labor como fiscal y subrayó que el país entra a una etapa que aspira a un servicio de procuración de justicia más eficaz, transparente y cercano a la ciudadanía.
La renovación en la FGR llega en un momento crucial. La percepción pública sobre la justicia en México demanda mejoras reales: investigaciones más sólidas, procesos más ágiles y resultados más visibles. Una nueva dirigencia, respaldada por el poder Ejecutivo y designada por el Legislativo, podría abrir una ruta más clara hacia esos objetivos.
Una nueva etapa para la justicia mexicana
Más allá del protocolo y la formalidad política, la presidenta dejó entrever una visión estratégica: la FGR debe consolidarse como una institución moderna, coordinada y capaz de responder al dinamismo del país. El relevo acordado no sólo permite reorganizar el liderazgo, sino también repensar la forma en que se construye la relación entre fiscalía y gobierno federal.
La salida de Gertz Manero —vista desde esta perspectiva— representa una oportunidad para mejorar la justicia. Para algunos, será recordada como el cierre de un ciclo polémico; para otros, como la apertura de un futuro lleno de posibilidades institucionales. Lo cierto es que esta transición consensuada, anunciada con serenidad pero con firmeza, quedará como un momento clave en el rediseño del sistema de procuración de justicia en México.
Al final, esta historia política se resume en una frase que Sheinbaum repitió con convicción: “Se cumplió un periodo y se inicia otro”. Y es precisamente en ese inicio donde se define la relevancia de la salida de Gertz Manero.


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