La presidenta Claudia Sheinbaum ofreció una respuesta que resonó en el corazón de muchos mexicanos: «A un arancel responderemos con otro arancel». Este mensaje, cargado de dignidad y patriotismo, unificó temporalmente al país en un momento de incertidumbre.
Sin embargo, más allá del aplauso fácil, la realidad plantea preguntas difíciles:
- ¿Es posible sostener una postura de confrontación económica con Estados Unidos?
- ¿Qué consecuencias tendría una guerra comercial en la economía mexicana?
- ¿Está México listo para enfrentar una negociación comercial más dura con Donald Trump?
La dependencia económica: un desafío estructural
Estados Unidos es el principal socio comercial de México, absorbiendo más del 80% de nuestras exportaciones, mientras que México representa solo el 16% de las importaciones estadounidenses. Esta relación asimétrica hace que una guerra comercial sea un riesgo que México difícilmente puede ganar.
El economista Agustín Carstens lo ilustró con claridad: «Si a Estados Unidos le da gripa, a México le da neumonía». En este contexto, cualquier arancel adicional impactaría severamente:
- Industria manufacturera y automotriz: Los sectores más dependientes de las exportaciones a Estados Unidos enfrentarían una caída abrupta.
- Empleos en riesgo: Una contracción en las exportaciones afectaría a miles de trabajadores.
- Inflación al alza: Los aranceles aumentarían los costos de bienes importados y exportados, afectando directamente a los consumidores.
Seguridad y política exterior: ¿un flanco débil?
Mientras Sheinbaum busca proyectar firmeza en la relación bilateral, la inseguridad interna y la política exterior generan dudas sobre la consistencia de su estrategia.
- Más de 4,000 homicidios en lo que va de su gestión y un acumulado de 200,000 durante la 4T evidencian un problema de seguridad sin resolver.
- Guiños a regímenes cuestionados como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela complican la relación con Estados Unidos, donde Trump ha dejado claro su rechazo a estas alianzas.
Estos factores no solo debilitan la posición de México en las negociaciones, sino que también alimentan el discurso de quienes en ambos países defienden una intervención más directa en los asuntos de seguridad mexicanos.
El reto de la unidad: más allá del discurso
Si bien el mensaje de Sheinbaum fue bien recibido por sus bases, es importante recordar que la unidad nacional no se decreta, se construye. Para lograrlo, el gobierno debe:
- Escuchar a todos los sectores: Incluidos aquellos que no comulgan con el régimen.
- Fomentar consensos: Evitar la polarización y trabajar en acuerdos que beneficien al país.
- Priorizar estrategias a largo plazo: Más allá de los mensajes que buscan el aplauso inmediato.
Elecciones judiciales: un proceso caótico a la vista
En otro frente, el país enfrenta la incertidumbre de las elecciones judiciales, donde miles de aspirantes se han registrado en un proceso marcado por la improvisación.
- Las tómbolas definirán quiénes llegan a las boletas, generando dudas sobre la seriedad del proceso.
- Ciudadanos como «ornato»: Fuentes del INE y el Poder Judicial han sugerido que los ciudadanos seleccionados solo entregarán boletas, dejando el conteo en manos del gobierno.
Esta dinámica recuerda las elecciones de 1988, cuando la transparencia brilló por su ausencia. ¿Estamos repitiendo errores del pasado?
Dignidad no es suficiente, se necesita estrategia
La postura de Sheinbaum ante Trump tiene un valor simbólico innegable, pero enfrentar a Estados Unidos requiere más que dignidad. México necesita:
- Una estrategia económica integral: Que reduzca la dependencia de Estados Unidos y fomente nuevos socios comerciales.
- Mejoras en seguridad y justicia: Factores clave para fortalecer la posición del país.
- Unidad verdadera: Más allá de discursos, incluir a todas las voces para construir una política nacional sólida.
El tiempo dirá si la administración actual puede traducir su discurso en acciones efectivas o si, como en 1988, las decisiones poco claras erosionan la confianza en las instituciones.La presidenta Claudia Sheinbaum ofreció una respuesta que resonó en el corazón de muchos mexicanos: «A un arancel responderemos con otro arancel». Este mensaje, cargado de dignidad y patriotismo, unificó temporalmente al país en un momento de incertidumbre.
Sin embargo, más allá del aplauso fácil, la realidad plantea preguntas difíciles:
- ¿Es posible sostener una postura de confrontación económica con Estados Unidos?
- ¿Qué consecuencias tendría una guerra comercial en la economía mexicana?
- ¿Está México listo para enfrentar una negociación comercial más dura con Donald Trump?
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