Desde su propuesta, la reforma judicial en México ha generado tanto apoyo como rechazo. Su propósito era claro: hacer del derecho una estructura rígida, sin espacio para interpretaciones. Sin embargo, su implementación ha revelado contradicciones profundas, donde las medidas diseñadas para evitar la discrecionalidad han terminado favoreciendo el azar.
Uno de los cambios más llamativos es la prohibición de cualquier tipo de interpretación que no sea la literalidad del texto. Esto significa que las normas deben aplicarse tal como están redactadas, sin matices ni análisis de contexto.
Pero, en la práctica, los propios órganos encargados de implementar la reforma han recurrido a interpretaciones flexibles para salvarla. Es decir, lo que debía ser una reforma rígida ha terminado dependiendo de la misma discreción que pretendía eliminar.
La paradoja de la literalidad: cuando interpretar es inevitable
Uno de los principios clave de la reforma es que las normas deben seguirse al pie de la letra. Sin embargo, esto ha llevado a situaciones absurdas, similares a suponer que si un letrero prohíbe “perros” en un establecimiento, entonces entrar con un león sería válido.
En la implementación de la reforma, la Suprema Corte ha tomado decisiones que contradicen el mandato de literalidad. Un ejemplo claro ocurrió en la impugnación de la reforma judicial:
- La Constitución establece que se necesitan seis votos para anular una norma.
- La Suprema Corte interpretó que se necesitaban ocho, ya que el pleno no estaba completo con nueve integrantes.
Este criterio es un ejemplo de cómo la propia reforma no ha podido aplicarse sin interpretaciones flexibles, lo que contradice su objetivo original.
Otro caso ocurrió con el Comité de Evaluación del Poder Judicial. La Constitución establece que:
- Se debe generar un listado con los 10 candidatos mejor evaluados.
- Se debe hacer un proceso de insaculación (sorteo) para elegir a los jueces.
Sin embargo, el Tribunal Electoral modificó este proceso y resolvió que el Senado debía realizar la insaculación, lo que cambió por completo el mecanismo de selección.
Lo paradójico es que el oficialismo, que promovió la rigidez de la reforma, no protestó ante estas interpretaciones, porque fueron las que permitieron que la reforma siguiera adelante.
¿Azar en la justicia? El problema de la insaculación
Uno de los puntos más controversiales de la reforma es que la selección de jueces se realice por sorteo. Se argumentaba que esto evitaría favoritismos y garantizaría un proceso imparcial.
Sin embargo, la oposición a este método no tardó en surgir. Muchos jueces señalaron que la insaculación:
- No garantiza que los más capacitados lleguen a los puestos clave.
- Hace que el destino de la justicia dependa más de la suerte que del mérito.
Paradójicamente, cuando los jueces intentaron frenar la reforma, lograron hacer que el azar tuviera aún más peso. Al suspender la actuación del Comité de Evaluación, el Tribunal Electoral decidió que el Senado realizaría el sorteo sin evaluaciones previas.
Esto significa que, al final, los jueces que se oponían a la insaculación terminaron potenciándola, haciendo que el factor de la suerte fuera aún más determinante.
¿Qué significa esto para el sistema de justicia en México?
La reforma judicial buscaba:
Eliminar interpretaciones discrecionales en la aplicación del derecho.
Reducir el poder de jueces y magistrados en la toma de decisiones.
Crear un sistema más objetivo y predecible.
Sin embargo, lo que ha ocurrido es lo contrario:
Las interpretaciones han sido necesarias para que la reforma se implemente.
El sorteo de jueces ha generado más incertidumbre que certeza.
Las paradojas del sistema han mostrado que el derecho es más flexible de lo que se pensaba.
En un intento de hacer el sistema más rígido, se ha demostrado que la justicia no puede funcionar sin interpretación y sin criterios humanos.
¿Fracaso o evolución? El futuro de la reforma judicial
La implementación de la reforma ha demostrado que el derecho no es una estructura estática, sino un juego de equilibrios entre lo escrito y lo aplicable.
El problema ahora es:
- ¿Seguirá el gobierno defendiendo la rigidez de la reforma, a pesar de sus contradicciones?
- ¿Se harán ajustes para evitar que el sistema dependa del azar?
- ¿Cómo afectará esta reforma a la confianza en el Poder Judicial?
El derecho no puede ser solo una lista de normas inflexibles. El verdadero reto es encontrar un punto medio entre la seguridad jurídica y la adaptación a la realidad.
La paradoja de esta reforma es que intentó eliminar la interpretación y terminó dependiendo de ella para sobrevivir.
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