¿Qué significa una “tara” política?
En su definición más amplia, una tara puede referirse a un defecto, una carga o una deficiencia que resta valor. En el contexto político, las taras son las decisiones o respaldos que se convierten en un lastre para la credibilidad y el funcionamiento de un gobierno.
La Cuarta Transformación (4T), que prometió un cambio radical en la política mexicana, se enfrenta a sus propias taras: personajes polémicos que, lejos de fortalecer al movimiento, lo debilitan con sus acciones y cuestionable gestión.
Sinaloa y el caso de Rubén Rocha Moya: una “tara” heredada
Uno de los casos más emblemáticos es el del gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, cuya gestión ha sido ampliamente criticada:
- Acusaciones de incompetencia: Bajo su liderazgo, Sinaloa enfrenta problemas graves de inseguridad y gobernabilidad.
- Vínculos cuestionados: Sus supuestas relaciones con narcotraficantes, ahora catalogados como terroristas en el extranjero, han generado dudas sobre su idoneidad para el cargo.
Pese a las críticas y los llamados para su remoción, desde el gobierno federal se ha optado por mantenerlo en el cargo, priorizando la lealtad política sobre el interés público.
Otras “taras” de la 4T: un patrón que se repite
El caso de Rocha Moya no es único. La Cuarta Transformación ha sostenido a personajes cuyos gobiernos han sido señalados por corrupción, incompetencia o vínculos turbios:
- Cuitláhuac García (Veracruz):
- Su gobierno ha sido cuestionado por altos niveles de inseguridad y mala gestión.
- Cuauhtémoc Blanco (Morelos):
- Enfrenta acusaciones de corrupción y presuntos vínculos con el crimen organizado.
- Salgado Macedonio (Guerrero):
- Su historial polémico y las denuncias en su contra fueron ignoradas en favor de la «disciplina partidista».
- Francisco Garduño (Instituto Nacional de Migración):
- A pesar de los escándalos relacionados con la muerte de migrantes, continúa en su cargo.
¿Por qué mantener a estos personajes?
La decisión de sostener a figuras cuestionadas responde a diversos factores:
- Lealtad política: En muchos casos, estos funcionarios fueron recompensados por su apoyo al proyecto de la 4T, independientemente de su capacidad para gobernar.
- Evitar admitir errores: Reconocer públicamente las fallas en la selección de estos personajes implicaría un golpe al prestigio del movimiento.
- Dinámicas internas: En algunos casos, mantener a estos funcionarios sirve para preservar equilibrios y alianzas políticas dentro del partido.
Las consecuencias de cargar con las taras
Las decisiones de sostener a personajes polémicos tienen costos significativos para el gobierno de la 4T:
- Desprestigio público: Cada escándalo o fracaso de estos funcionarios erosiona la imagen de un gobierno que se presentó como un modelo de honestidad y transformación.
- Inestabilidad política: Las malas gestiones generan tensiones dentro de los estados y entre el gobierno federal y los locales.
- Desgaste electoral: Estas decisiones pueden pasar factura en las urnas, con un electorado que busca resultados tangibles y una administración eficiente.
¿Puede la 4T liberarse de sus taras?
La Cuarta Transformación tiene la oportunidad de rectificar, pero esto requiere:
- Reconocer los errores: Admitir las fallas en la selección de ciertos personajes es un paso necesario para recuperar la credibilidad.
- Priorizar el mérito sobre la lealtad: Las decisiones deben centrarse en las capacidades y resultados, no en el historial partidista.
- Escuchar a la ciudadanía: Los gritos de “¡Fuera Rocha!” y las críticas hacia otros funcionarios no deben ser ignorados.
Si la 4T busca consolidarse como un proyecto histórico, deberá aprender a soltar el peso muerto que representan sus taras políticas.
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