Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, ha marcado una nueva dirección en la política exterior de España: reconstruir los lazos con México. En una entrevista reciente, el mandatario aseguró que la normalización de las relaciones entre ambos países es una prioridad diplomática, un mensaje que pretende cerrar una etapa de fricciones por el pasado colonial.
De los desencuentros al diálogo
Las tensiones entre España y México se intensificaron en 2019, cuando el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador solicitó al rey Felipe VI una disculpa por los abusos cometidos durante la conquista española. El gobierno español rechazó aquella petición, generando una distancia simbólica entre ambas naciones.
Ahora, con Claudia Sheinbaum al frente del gobierno mexicano, el tema ha vuelto a la agenda internacional. La presidenta reiteró la necesidad de reconocer los agravios históricos hacia los pueblos indígenas. En respuesta, el ministro español José Manuel Albares reconoció el “dolor e injusticia” de la conquista, un gesto que busca tender puentes hacia la reconciliación.
El peso de la historia y la memoria
Sánchez reconoció los claroscuros de la historia compartida, subrayando que aceptar el pasado es fundamental para fortalecer las relaciones. Recordó también la gratitud histórica hacia México por acoger a miles de exiliados españoles tras la Guerra Civil, un episodio que unió emocionalmente a ambas naciones.
El gesto de Lázaro Cárdenas al recibir a los refugiados republicanos se mantiene como un símbolo de fraternidad. “México nos abrió las puertas cuando España más lo necesitaba”, expresó Sánchez, recordando que la historia común no solo está marcada por el conflicto, sino también por la solidaridad.
Una nueva etapa diplomática
En el nuevo contexto político internacional, España busca proyectarse como un socio moderno y autocrítico, capaz de mirar su pasado sin negarlo. La estrategia de Sánchez combina reconocimiento histórico y diplomacia pragmática, una fórmula que podría abrir un capítulo de reconciliación bilateral y cooperación cultural, económica y educativa.
El reconocimiento del dolor indígena por parte de Albares representa uno de los pasos más significativos en la narrativa diplomática española. En un mundo donde las relaciones internacionales se reconfiguran sobre la base del respeto mutuo, España y México podrían reencontrarse en una alianza basada en la verdad y la cooperación.
El desafío de construir confianza
El proceso no será inmediato. Las heridas históricas, las diferencias ideológicas y las demandas de reconocimiento aún generan debate en ambos países. Sin embargo, el compromiso expresado por Pedro Sánchez marca un punto de inflexión. La apuesta es clara: pasar del reproche al entendimiento.
El tiempo dirá si esta nueva diplomacia de la memoria logra transformar los desencuentros en diálogo, y si España y México son capaces de escribir juntos un nuevo capítulo, donde el respeto histórico y la cooperación contemporánea sean los pilares de su relación futura.


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