El poder: ¿herramienta de cambio o arma de doble filo?
El poder es un recurso complejo. Cuando se obtiene, exige inteligencia y madurez en su administración. Sin estas virtudes, se convierte en un arma que puede erosionar la confianza ciudadana y llevar a errores que comprometan el futuro. Claudia Sheinbaum, como presidenta de México, está en un punto crucial: tiene la oportunidad de marcar una nueva era política o repetir los errores del pasado.
La elección de Rosario Piedra: el primer tropiezo
Un caso reciente ilustra este dilema. La reelección de Rosario Piedra Ibarra en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha sido controvertida. Más allá de las posturas políticas, el proceso evidenció fallas metodológicas y envió un mensaje equivocado.
Errores clave del proceso:
- Falta de claridad: Piedra no presentó un plan de trabajo contundente ni destacó entre otros posibles candidatos.
- Imposición política: Se percibió como un acto de poder más que como una decisión basada en méritos.
- Oportunidad perdida: Mandar un mensaje de renovación hubiera consolidado la legitimidad del actual gobierno y debilitado a la oposición.
Este episodio ha generado cuestionamientos no solo sobre el gobierno de Sheinbaum, sino también sobre el futuro de Morena como fuerza política hegemónica.
Poder absoluto: ¿una ventaja o un peligro?
La presidenta y su partido tienen mayorías amplias en el Congreso, lo que les otorga capacidad para impulsar cambios profundos. Sin embargo, la concentración de poder conlleva riesgos:
- Excesos autoritarios: Actuar desde el triunfalismo puede aislar al gobierno de las voces críticas, incluso dentro de su propio grupo.
- Desconexión ciudadana: Creer que el dominio político será permanente es un error. Los mexicanos han aprendido a usar el voto como herramienta de castigo.
- Machismos políticos: La tentación de imponer decisiones sin consenso puede derivar en conflictos internos y pérdida de apoyo popular.
«El poder mal utilizado no solo erosiona la confianza, sino que puede convertirse en el principio del fin de una hegemonía.»
Gobernar con razón, no con vísceras
El éxito de Sheinbaum no solo dependerá de las políticas públicas que implemente, sino también de la forma en que ejerza el poder. Su liderazgo deberá enfocarse en:
- Evitar los excesos: Gobernar desde la razón y no desde los impulsos emocionales o ideológicos.
- Fortalecer el diálogo interno: Escuchar las voces críticas dentro de Morena y fomentar el análisis antes que la imposición.
- Construir un proyecto inclusivo: Asegurar que las políticas beneficien a toda la población, no solo a un sector o grupo político.
- Marcar un estilo propio: Aunque es cercana a López Obrador, Sheinbaum debe imprimir su sello personal al gobierno, demostrando que no es una extensión del pasado, sino un nuevo comienzo.
Los grandes desafíos de Sheinbaum
Además de lidiar con las dinámicas de poder, la presidenta enfrenta retos complejos:
- Seguridad pública: Reconstruir la confianza en las instituciones de justicia y reducir la violencia.
- Relación con Estados Unidos: Manejar tensiones comerciales y migratorias con la administración de Donald Trump.
- Estabilidad económica: Impulsar el crecimiento sin descuidar el combate a la desigualdad.
- Redefinir la política mexicana: Transformar la forma en que se ejerce el poder, promoviendo una gobernabilidad basada en la lógica y el diálogo.
¿Aprender de los errores o repetirlos?
El caso de Rosario Piedra puede ser una lección para el gobierno de Sheinbaum: el poder sin control ni estrategia desgasta la legitimidad.
- ¿Podrá el gobierno aprender de este tropiezo y actuar con mayor inteligencia en el futuro?
- ¿Se consolidará como un modelo de cambio o caerá en la tentación del autoritarismo?
El verdadero reto no es gobernar con poder absoluto, sino hacerlo con madurez, inteligencia y visión a largo plazo.
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