Si el general Lázaro Cárdenas estuviera vivo, su experiencia sería una guía invaluable para Claudia Sheinbaum en su rol como presidenta y líder de la Cuarta Transformación (4T). Con su legado como uno de los pilares del nacionalismo mexicano, Cárdenas podría ofrecer una perspectiva única sobre los retos políticos, éticos y sociales que enfrenta el actual gobierno.
La siguiente es una reflexión imaginada de lo que podría contener una carta escrita por el presidente michoacano a Claudia Sheinbaum, basada en las enseñanzas de su propio mandato.
Primera lección: depurar al gobierno para unificar el proyecto
Cárdenas enfrentó un reto titánico al asumir la presidencia en 1934: transformar un sistema político plagado de caciques y liderazgos con intereses personales que obstaculizaban el avance del Plan Sexenal. Desde el inicio de su administración, utilizó toda la fuerza de la presidencia para remover a quienes no compartían su visión social y económica.
En la hipotética carta, Cárdenas probablemente advertiría:
“La consolidación de un proyecto transformador no puede darse con actores que priorizan sus agendas personales. La lealtad al pueblo y a los principios éticos debe ser innegociable”.
Claudia Sheinbaum enfrenta un desafío similar. Aunque la sucesión presidencial orquestada por AMLO fue exitosa, los compromisos políticos adquiridos con ciertos cuadros de Morena están generando tensiones internas que podrían desviar la atención de los objetivos de la 4T.
Segunda lección: consolidar las bases ideológicas del movimiento
El cardenismo logró avances significativos: la reforma agraria, la expropiación petrolera y la defensa de los derechos laborales. Sin embargo, su impacto fue efímero debido a la falta de un arraigo ideológico profundo en los cuadros políticos de su época.
Cárdenas podría recordar a Sheinbaum:
“Un movimiento no puede depender únicamente del carisma de su líder. Es fundamental que los cuadros políticos se formen con convicción y que el partido se mantenga cercano a las bases”.
El PRI, en sus orígenes como PNR y PRM, nunca fue un partido democrático, sino un instrumento para administrar el poder. Morena, en contraste, ha sido construido en la oposición y con un compromiso ideológico explícito. Sin embargo, el reto ahora es blindarlo contra oportunistas y asegurar que se mantenga fiel a sus principios fundacionales.
Tercera lección: evitar los errores del pasado para garantizar continuidad
El final del sexenio de Cárdenas fue también el inicio de la descomposición del proyecto cardenista. La pugna interna entre los grupos de su partido impidió construir un “segundo piso” que consolidara sus logros. La elección de 1940, marcada por tensiones entre Manuel Ávila Camacho y Juan Andrew Almazán, reflejó la fragilidad del marco político cardenista.
En la carta, Cárdenas podría advertir:
“La continuidad de un proyecto transformador no está garantizada. Es necesario construir instituciones sólidas, blindadas contra la ambición y la inercia de la derecha”.
La 4T tiene herramientas que el cardenismo no tuvo. Un partido con experiencia en la oposición, un electorado más politizado y una agenda que combina el humanismo mexicano con objetivos claros de justicia social y desarrollo económico. Sin embargo, asegurar la continuidad requiere disciplina política y una visión a largo plazo.
Un llamado a la congruencia y el liderazgo ético
El lema de la 4T, “No robar, no mentir, no traicionar”, es una brújula ética que puede fortalecer su legitimidad. Pero, como bien lo señaló el periodista Jorge Zepeda Patterson, algunos actores dentro del movimiento parecen estar más interesados en sus intereses personales que en el bien común.
Lázaro Cárdenas, quien logró movilizar al país hacia una causa colectiva, podría cerrar su carta con este consejo:
“El liderazgo no se mide por la acumulación de poder, sino por la capacidad de inspirar confianza y unidad. La historia juzgará tus decisiones, presidenta Sheinbaum. Actúa siempre en congruencia con los valores de tu movimiento”.
La comparación entre el cardenismo y la 4T no es fortuita. Ambos proyectos representan momentos cruciales en la historia de México, con la oportunidad de transformar profundamente el sistema político y social del país.
Claudia Sheinbaum tiene en sus manos la posibilidad de aprender de las lecciones del pasado para evitar los errores que truncaron el cardenismo. Su liderazgo y la capacidad de Morena para mantenerse fiel a sus principios serán claves para determinar si este nuevo intento de transformación logra consolidarse como un hito en la historia de México.
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