El inicio del conflicto diplomático
Todo comenzó con una afirmación del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de México, Omar García Harfuch, durante una rueda de prensa matutina. García aseguró que una avioneta interceptada en Colima, cargada con 428 kilogramos de cocaína, había partido de El Salvador. La aeronave, valuada en 96 millones de pesos por el valor de la droga transportada, fue detectada por personal del Centro Nacional de Vigilancia y Protección del Espacio Aéreo y, tras su aterrizaje, se detuvo a tres individuos mexicanos a bordo.
La respuesta inmediata de Nayib Bukele
La reacción del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, no tardó en llegar. A través de su cuenta oficial en la red social X, desmintió categóricamente las declaraciones del funcionario mexicano. En su publicación, Bukele adjuntó un mapa de la trayectoria del avión, en el que se observa que la aeronave voló sobre el océano Pacífico, al sur de El Salvador, sin haber tocado territorio salvadoreño en ningún momento.
“El Salvador no encubre criminales ni tolera el narcotráfico, no lo hicimos antes, no lo haremos ahora”, declaró Bukele con firmeza. “Tampoco permitiremos que intenten involucrarnos en operaciones que no nos corresponden ni nos pertenecen”, sentenció.
Llamado a consultas y exigencia diplomática
Como consecuencia de las declaraciones de García, Bukele ordenó llamar a consultas a su embajadora en México. Esta medida, habitual en contextos diplomáticos tensos, busca manifestar oficialmente el descontento del gobierno salvadoreño con el trato recibido. Además, exigió una «aclaración y rectificación inmediata» por parte de las autoridades mexicanas.
Corrección tardía, sin admitir error
El secretario García no ofreció una disculpa pública ni aceptó un error, pero sí modificó su versión inicial. En una nueva publicación en redes sociales, indicó que se había detectado una “traza de interés” a 200 kilómetros al sur de San Salvador. En esta segunda versión, ya no se afirmó categóricamente que el avión había partido de El Salvador, aunque tampoco se desmintió la implicación inicial.
Bukele no quedó satisfecho con esta respuesta. Afirmó que si bien el nuevo mapa compartido por García reflejaba con mayor precisión la trayectoria, seguía sin esclarecer completamente la situación. “Debe quedar absolutamente claro que no existe ni el más mínimo indicio de que esa aeronave haya partido de nuestro país”, remarcó el presidente salvadoreño.
Contexto regional y sensibilidad diplomática
Las tensiones diplomáticas entre países centroamericanos y México no son nuevas, pero el tema del narcotráfico representa una línea particularmente sensible. Para Bukele, un presidente que ha construido gran parte de su imagen sobre el combate frontal a la criminalidad y al narcotráfico en El Salvador, una acusación como esta representa no solo una afrenta diplomática, sino una amenaza directa a su narrativa política y al prestigio de su gobierno.
A diferencia de épocas anteriores, en las que gobiernos centroamericanos buscaban suavizar tensiones con declaraciones cuidadosas, Bukele ha apostado por una diplomacia directa, mediática y sin rodeos.
Reputación internacional y lucha contra el narcotráfico
El gobierno de Bukele ha promovido una imagen de «mano dura» contra la delincuencia organizada. Desde la implementación del régimen de excepción en El Salvador, miles de presuntos pandilleros han sido detenidos, y su administración ha recibido tanto elogios como críticas por su estrategia de seguridad. Una acusación como la realizada por México pone en entredicho ese discurso. Por eso, la exigencia de una rectificación pública no es solo una cuestión de orgullo nacional, sino una necesidad política interna para mantener la coherencia del mensaje gubernamental.


TE PODRÍA INTERESAR