La tensión entre Venezuela y Estados Unidos volvió a escalar tras el despliegue de tres barcos estadounidenses en el Caribe, decisión confirmada por la Casa Blanca. Desde Caracas, el canciller Yván Gil difundió un comunicado donde acusó al expresidente Donald Trump de recurrir a “amenazas y difamaciones” contra el país.
El gobierno de Nicolás Maduro sostiene que Washington utiliza el tema del narcotráfico como un argumento político para justificar medidas de presión. Según Caracas, estas acusaciones no solo buscan aislar a Venezuela, sino también desestabilizar la paz regional.
El Caribe como nuevo foco de tensiones
La Casa Blanca aseguró que el despliegue responde a la necesidad de evitar que “las drogas inunden Estados Unidos”. Para este fin, Trump habría autorizado el movimiento de 4 mil soldados en tres buques militares cerca de las costas venezolanas.
El gesto no pasó inadvertido en la región. Venezuela calificó la medida como un “acto de hostigamiento” que rompe con el espíritu de cooperación defendido por la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), que declaró al continente como “Zona de Paz”.
Un déjà vu diplomático
La historia parece repetirse. No es la primera vez que Caracas y Washington se enfrentan en un tablero geopolítico que mezcla acusaciones de narcotráfico, sanciones económicas y despliegues militares. Cada movimiento revive la narrativa de David contra Goliat, donde Venezuela se presenta como el país que resiste la presión de la potencia mundial.
El gobierno de Maduro insiste en que este tipo de operaciones refuerzan su postura de soberanía. Para sus seguidores, se trata de una prueba más de la voluntad de Venezuela de “defender su territorio ante cualquier amenaza externa”.
Riesgos para la paz regional
El comunicado venezolano advierte que las tensiones no solo afectan a Caracas, sino también a toda América Latina. “Estas amenazas ponen en riesgo la paz y estabilidad de la región”, señaló Gil, en referencia a la Zona de Paz de la CELAC.
Expertos en relaciones internacionales alertan que, en caso de un mal cálculo, la presencia militar en el Caribe podría abrir un nuevo frente de conflicto diplomático en el hemisferio.


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