Venezuela: Un discurso de resistencia frente a Washington
Venezuela, Estados Unidos y su escalada vuelve a colocar al país sudamericano en el centro del mapa geopolítico regional. Las declaraciones de Diosdado Cabello, número dos del chavismo y una de las figuras de mayor poder político, ilustran la estrategia del gobierno de Nicolás Maduro: proyectar cohesión interna, resistencia militar y un relato de victoria asegurada ante cualquier amenaza externa.
Cabello afirmó que, pese a cuatro meses de “terrorismo psicológico” y advertencias provenientes de Washington, el pueblo venezolano está preparado para enfrentar incluso un escenario bélico. Su narrativa busca reforzar la idea de un país unido, consciente del peligro y dispuesto a defender su soberanía. El mensaje se inscribe en la lógica chavista tradicional: la amenaza externa legitima la movilización interna y consolida la estructura política del partido gobernante.
Preparativos militares y lealtad institucional
En paralelo al discurso político, el gobierno realizó actos simbólicos de gran peso: la juramentación del Contingente Septiembre 2025 de la Guardia de Honor Presidencial (GHP) y miembros de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM). Ambos cuerpos representan la parte más sensible del aparato de seguridad.
El comandante Gabriel Alejandro Rendón Vilches destacó que 5,600 combatientes fueron entrenados bajo un método táctico de “resistencia revolucionaria”, un mensaje destinado tanto a la población como a actores internacionales. La idea central es demostrar que el Estado se prepara para un conflicto prolongado y que cuenta con una base militar, policial y civil articulada para evitar cualquier intento de intervención.
En la narrativa oficial, Venezuela no sería un blanco fácil, sino un país listo para una defensa larga y costosa. Este enfoque contribuye a reforzar la percepción de poder interno, aun cuando las capacidades militares reales del país sean objeto de debate entre analistas.
Seguridad, cooperación y control regional
En el mismo tono, Maduro propuso establecer programas de cooperación policial con países vecinos, un intento de proyectar a Venezuela como actor responsable en la lucha contra el crimen organizado.
El presidente destacó que los cuerpos de seguridad han “vencido” a las principales megabandas criminales, incluyendo organizaciones como el Tren de Aragua o el Koki. Este mensaje tiene doble propósito:
- Reforzar la legitimidad interna ante grupos sociales que demandan seguridad.
- Contrarrestar las acusaciones estadounidenses, especialmente las declaraciones de Donald Trump, que acusa a Venezuela de “vaciar cárceles” y enviar delincuentes al extranjero.
El gobierno vincula estas acusaciones a una estrategia más amplia de Washington para justificar acciones militares cinéticas en el Caribe y para ampliar su influencia geopolítica.
El contexto político interno se vuelve más tenso
Mientras el oficialismo fortalece su narrativa de resistencia, el país vive también episodios de fuerte carga política. La muerte del exgobernador Alfredo Díaz, detenido por investigaciones de corrupción, abrió un nuevo flanco de tensión. Aunque las primeras versiones señalan causas naturales, líderes opositores radicales buscan atribuir su fallecimiento al “régimen”, lo que añade más polarización al clima nacional.
Simultáneamente, la opositora María Corina Machado, quien sostiene que está “en la clandestinidad”, confirmó su viaje a Oslo para recibir el Premio Nobel de la Paz. El galardón ha sido altamente controversial, no solo por sus posiciones históricas a favor de intervenciones internacionales, sino por el uso político que ambos bandos buscan darle. Para el chavismo, es un ejemplo de “doble estándar occidental”; para la oposición, una herramienta para debilitar la legitimidad del Gobierno venezolano en foros globales.
¿Qué representa realmente esta “gran victoria”?
La idea de una victoria anunciada cumple varias funciones políticas internas:
- Reforzar la moral del movimiento chavista, especialmente sus bases comunitarias y militares.
- Unificar al oficialismo ante un enemigo común, un recurso recurrente en momentos de presión económica o social.
- Enviar un mensaje de disuasión a Estados Unidos y aliados.
Sin embargo, también plantea interrogantes estructurales. Venezuela enfrenta sanciones, fuga de talento, migración masiva y una economía aún debilitada. El discurso de confrontación puede fortalecer el apoyo interno inmediato, pero también incrementa el riesgo de escaladas no deseadas y limita espacios para la diplomacia.
La tensión entre Venezuela y Estados Unidos se combina con un delicado equilibrio político interno. El gobierno apuesta a mostrar cohesión militar, control territorial y una narrativa de fortaleza estratégica. Pero, más allá de la retórica, el país sigue enfrentando desafíos profundos que requieren estabilidad y diálogo. La supuesta “gran victoria” que menciona Cabello es, por ahora, más un mensaje político que una realidad tangible, aunque sí refleja el estado actual de confrontación y la necesidad oficialista de mantener movilizada a su base ante un entorno incierto.
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