En su campaña presidencial, Donald Trump prometió mano dura contra las organizaciones criminales mexicanas, responsabilizándolas de la crisis del fentanilo en Estados Unidos. Con más de 300,000 muertes por sobredosis en cinco años, el fentanilo ha desatado una crisis de salud pública que ha dado a Trump la excusa perfecta para reactivar un viejo plan: designar a los cárteles mexicanos como grupos terroristas.
Este discurso, que resuena con fuerza en medios estadounidenses y encuentra eco en un sector del periodismo mexicano, se combina con comparaciones peligrosas: traficantes mexicanos equiparados a líderes de Al Qaeda. Las implicaciones de este enfoque no son menores. Tal designación podría justificar desde sanciones económicas hasta intervenciones militares, algo que desafiaría la soberanía de México y tensaría su relación con el gobierno de Claudia Sheinbaum.
¿Un embajador con historia oscura? El caso de Ronald Douglas Johnson
Otro movimiento estratégico de Trump es la propuesta de Ronald Douglas Johnson como embajador en México. Con un pasado en la CIA y los boinas verdes, Johnson no es un diplomático convencional. Durante los 80, su papel en Panamá, primero apoyando y luego derrocando a Noriega, marcó su historial como un operador político sin escrúpulos. Su participación en El Salvador, al lado de paramilitares, refuerza su perfil como un halcón de la política exterior estadounidense.
El regreso de Johnson como figura clave podría significar un endurecimiento de las relaciones bilaterales, especialmente en temas como migración y seguridad. En su paso por El Salvador en 2019, colaboró estrechamente con Nayib Bukele en un enfoque de “mano dura” que fue criticado por violaciones a derechos humanos.
La ultraderecha mexicana: Eduardo Verástegui y el trumpismo local
La llegada de Trump al poder también podría impulsar a figuras como Eduardo Verástegui, quien ha dejado claro su interés en fundar un partido político en 2025. Con conexiones que incluyen a Steve Bannon y Nick Fuentes, Verástegui representa una agenda ultraconservadora que busca replicar en México las estrategias libertarias y punitivas de Trump.
Este movimiento encuentra terreno fértil en el contexto latinoamericano, donde figuras como Javier Milei en Argentina refuerzan la narrativa conservadora. Verástegui, además de promover políticas transfóbicas y antiaborto, ha utilizado su plataforma en la Conferencia Política de Acción Conservadora para alinearse con agendas de nacionalismo cristiano y blanco, peligrosamente alejadas de las necesidades reales de México.
¿Qué implica esto para la política mexicana?
En medio de este complejo panorama, la política interna mexicana enfrenta sus propios desafíos. La fricción entre líderes de Morena, lejos de fortalecer al partido en el poder, expone divisiones que podrían ser aprovechadas por Trump y sus aliados. La balcanización de la 4T y los constantes enfrentamientos internos distraen de los retos externos que se avecinan.
La presidenta Claudia Sheinbaum deberá manejar con cautela esta relación, especialmente si Trump cumple sus amenazas de sanciones económicas o incluso operativos antiterroristas en territorio mexicano. Más que un desafío personal, esto se presenta como una prueba para la soberanía y estabilidad del país.
¿Qué podemos esperar?
El regreso de Trump y su renovada estrategia contra los cárteles auguran una relación tensa y compleja entre México y Estados Unidos. Mientras tanto, figuras como Verástegui y Johnson serán piezas clave en este tablero de ajedrez geopolítico.
La pregunta no es solo cómo responderá el gobierno mexicano, sino cómo se preparará la sociedad civil ante un posible endurecimiento de las políticas conservadoras y una creciente presión externa.
¡Únete a nuestro canal en WhatsApp! Las noticias más relevantes del día directamente en tu dispositivo móvil.


TE PODRÍA INTERESAR