La crisis de seguridad que azota a Ecuador ha escalado a un nuevo y aterrador nivel. La noche del jueves 19 de junio, un acto de violencia extrema sacudió a la capital, Quito, cuando un artefacto explosivo fue lanzado contra un concurrido centro de diversión nocturna, dejando un saldo de siete personas heridas por esquirlas. Este ataque no solo representa una tragedia local, sino que marca un punto de inflexión simbólico: la violencia de tipo narco, que se percibía concentrada en ciudades costeras como Guayaquil, ha demostrado su capacidad para golpear en el centro político y administrativo del país.
Los Hechos: ¿Qué Sucedió Exactamente en la Av. De la Prensa?
Según los informes de la Policía Nacional y el Cuerpo de Bomberos, el ataque ocurrió alrededor de las 9 de la noche. El modus operandi es característico de las bandas criminales: dos individuos a bordo de una motocicleta lanzaron el explosivo, que se presume fue una granada, en la calle Logroño, entre las avenidas Amazonas y De la Prensa, una zona comercial del norte de Quito.
La detonación hirió a siete personas, dos de las cuales tuvieron que ser trasladadas a centros hospitalarios. La onda expansiva también causó daños materiales en vehículos y locales cercanos. La audacia del ataque es notable, ya que se produjo a pocos metros de un instituto tecnológico con jornada nocturna, maximizando el pánico y el impacto psicológico en la población.
La Hipótesis Principal: Extorsión y Guerras entre Bandas
La principal línea de investigación de las autoridades apunta a la extorsión, conocida localmente como «vacunas». Esta hipótesis se ve reforzada por el hecho de que, apenas una semana antes, se había colocado otro artefacto explosivo en el mismo lugar, el cual afortunadamente no detonó.
Sin embargo, expertos en seguridad advierten que la situación podría ser más compleja. Ataques de esta naturaleza a menudo funcionan como «mensajes» en las disputas territoriales entre bandas criminales rivales. El objetivo no sería solo económico, sino también una demostración de poder dirigida tanto a grupos enemigos como al propio Estado, en una clara estrategia de terror.
«Estos eventos en Quito podrían indicar una disputa criminal que envía mensajes al público, a las bandas rivales y al Estado.» – Daniel Pontón, experto en seguridad.
El Eco de una Crisis Nacional: De Guayaquil a la Capital
Este atentado no puede ser visto como un hecho aislado. Es el eco de una crisis de violencia que ha llevado a Ecuador a registrar en 2024 una tasa de 38 homicidios por cada 100.000 habitantes, la más alta de Latinoamérica. El gobierno del presidente Daniel Noboa ha declarado un «conflicto armado interno» para enfrentar a estas organizaciones, que han extendido su influencia más allá de las rutas del narcotráfico en los puertos.
El ataque en Quito es la prueba más contundente de que el crimen organizado ha evolucionado. Ya no se conforma con controlar la logística del tráfico de drogas; ahora busca activamente desestabilizar y aterrorizar a la población en los principales centros urbanos para proyectar poder e influir en la política nacional. La paz de los quiteños ha sido rota, y la presión sobre el gobierno para ofrecer resultados en su guerra contra el crimen se intensifica dramáticamente.
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