En la madrugada del pasado viernes, un violento terremoto de magnitud 7.7 estremeció Myanmar, dejando tras de sí una estela de dolor, ruinas y desesperanza. Lo que comenzó como un temblor breve, pero intenso, pronto se convirtió en una catástrofe nacional. Las cifras son alarmantes: 3.145 muertos confirmados, 4.589 heridos y más de 220 personas aún desaparecidas.
Maung Maung Ohn, ministro de Información, fue el encargado de dar a conocer el nuevo balance, que crece con cada hora. “Estamos apenas comenzando a entender la magnitud del desastre”, afirmó. Y es que con las telecomunicaciones recién restablecidas en varias zonas, la información llega a cuentagotas.
Una tragedia en plena tormenta política y social
Lo cierto es que Myanmar ya estaba de rodillas mucho antes del terremoto. Desde 2021, el país vive bajo un régimen militar que destituyó al gobierno democrático de Aung San Suu Kyi. La guerra civil resultante ha provocado el desplazamiento de más de tres millones de personas. Ahora, esta tragedia natural amenaza con sobrecargar aún más una estructura estatal ya colapsada.
El golpe a la salud: hospitales bajo escombros
Según la OMS, al menos cuatro hospitales colapsaron totalmente, y más de 40 quedaron gravemente dañados. En varias regiones, acceder a atención médica básica es casi imposible. “Miles de personas necesitan cirugías, medicamentos, y protección frente a posibles brotes infecciosos”, advirtió la ONU.
Entre las zonas más afectadas figuran 57 municipios donde más de 17 millones de personas sienten el impacto del desastre. En la vecina Bangkok, Tailandia, 22 personas perdieron la vida cuando un rascacielos en construcción colapsó debido a las réplicas.
Una respuesta internacional que aún es insuficiente
Hasta ahora, 17 países han respondido con ayuda, incluyendo hospitales móviles de India, Rusia y Bielorrusia. Naciones Unidas desplegó 1.550 rescatistas, pero la cifra es baja en comparación con la escala del desastre.
El secretario general de la ONU, António Guterres, insistió en redoblar esfuerzos. “El terremoto ha sobrecargado el sufrimiento en Myanmar”, lamentó, al anunciar que Tom Fletcher y Julie Bishop coordinarán desde el terreno las tareas de ayuda.
Treguas temporales: un respiro que podría no durar
En un giro inesperado, tanto el régimen militar como el Ejército acordaron una tregua de dos semanas para facilitar las labores humanitarias. Sin embargo, ambos bandos advierten que podrían reanudar los combates en cualquier momento si se perciben amenazas. El frágil alto el fuego es un rayo de esperanza en medio del caos, aunque pende de un hilo.
La cuenta regresiva antes del monzón
Como si fuera poco, los expertos temen que las lluvias monzónicas agraven la situación. El terreno inestable y la infraestructura dañada podrían generar deslizamientos, epidemias y cortar rutas de acceso vitales.
“El reloj avanza. En los próximos días se juega la posibilidad de salvar miles de vidas”, advirtieron los equipos de rescate.
¡Únete a nuestro canal en WhatsApp! Las noticias más relevantes del día directamente en tu dispositivo móvil.


TE PODRÍA INTERESAR