Este lunes, Marhaf Abu Qasra, ministro de Defensa del nuevo gobierno sirio, anunció lo que calificó como una de las victorias más decisivas desde la caída de Bashar al-Assad en diciembre pasado: la integración de 130 facciones rebeldes en una sola estructura militar bajo el mando del Ministerio de Defensa.
«Nos reunimos con aproximadamente 130 facciones para debatir la nueva estructura del Ejército y logramos un gran éxito», declaró Qasra al canal estatal Al Ijbariya. “No permitiremos que nadie quede fuera de la autoridad del Estado”, añadió con firmeza.
De la revolución al orden: un nuevo Ejército nacional
Las facciones que ayudaron a derrocar al régimen de Al-Assad ahora se encuentran bajo un mismo techo. Es un cambio sin precedentes para un país donde la división armada entre milicias, facciones rebeldes y remanentes del régimen era la norma. Qasra insistió en que este nuevo Ejército será uno profesional, voluntario y leal al pueblo.
«Construiremos un Ejército con una doctrina nacional que proteja a la ciudadanía. Queremos soldados comprometidos con Siria, no con ideologías externas», subrayó.
Limpieza del viejo régimen: armas, inteligencia y justicia
Qasra también confirmó que el Ministerio coopera estrechamente con el Ministerio del Interior para identificar y perseguir a los remanentes del régimen de Bashar al-Assad, así como para confiscar armas ilegales y reorganizar los cuerpos de seguridad.
El portavoz del Ministerio del Interior, Noureddine al Baba, reveló que ocho millones de personas, cerca de un tercio de la población siria, estaban bajo vigilancia del antiguo aparato de inteligencia por «motivos de seguridad». En otras palabras, perseguidos por pensar diferente.
“El Ministerio del Interior está restaurando los derechos de estos ciudadanos que fueron perseguidos injustamente”, afirmó al Baba, subrayando los esfuerzos para rehabilitar una de las instituciones más temidas del antiguo régimen.
Reconciliación militar: del desierto a los cuarteles
Uno de los pilares de esta transformación es la reactivación de las instalaciones educativas militares, con el objetivo de formar nuevas generaciones de soldados bajo valores nacionales. También se busca atraer a oficiales desertores que deseen reintegrarse a las Fuerzas Armadas.
“Estamos trabajando para activar a los oficiales y soldados dentro del Ministerio, garantizando su eficacia y compromiso con una Siria libre”, puntualizó Qasra.
Un Ejército que sane heridas
El nuevo liderazgo reconoce que la reputación del antiguo Ejército sirio quedó manchada por los crímenes cometidos contra el pueblo. Hoy, bajo un nuevo mando, se busca reconstruir no solo estructuras militares, sino también la confianza de la población.
“Esta vez, no se trata de imponer poder con armas, sino de proteger la soberanía con legitimidad”, concluyó el ministro.
En un país marcado por la división y la sangre, la esperanza se abre paso entre los escombros. Siria inicia una nueva etapa, con un Ejército renovado, un gobierno reestructurado y millones de ciudadanos que anhelan algo que durante años les fue negado: paz y justicia.
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