El 8 de diciembre de 2024, Siria despertó a un nuevo panorama político tras el derrocamiento de Bashar al-Assad. La noticia corrió como pólvora: los rebeldes declararon la «liberación» de Damasco, un hito que pone fin a más de cinco décadas de control absoluto de la familia Assad.
El júbilo en las calles reflejaba el alivio acumulado durante años de represión, guerra y sufrimiento. Sin embargo, mientras algunos celebran la esperanza de un renacer democrático, otros temen que la inestabilidad política se convierta en un nuevo ciclo de violencia.
Claves del colapso del régimen
1. El avance rebelde y el debilitamiento del gobierno
Durante años, el régimen de Assad contó con el apoyo crucial de Rusia e Irán. Sin embargo, conflictos paralelos como la guerra en Ucrania y las tensiones entre Irán e Israel debilitaron su capacidad de respaldar al líder sirio.
El grupo rebelde Comando de Operaciones Militares aprovechó este vacío estratégico, lanzando un ataque coordinado que en tan solo 11 días tomó control de las principales ciudades, desde Alepo hasta Damasco.
2. El rol de la coalición rebelde
Liderados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), los rebeldes conformaron una alianza inédita entre facciones islamistas y moderadas. Aunque HTS tiene un pasado vinculado a Al Qaeda, su líder, Abu Mohammad al-Jolani, busca proyectar una nueva imagen: la de una Siria democrática e inclusiva.
Esta narrativa, sin embargo, enfrenta escepticismo. Estados Unidos y otras potencias occidentales consideran a HTS una organización terrorista, lo que podría complicar los esfuerzos para estabilizar el país.
Un legado de represión y atrocidades
Bashar al-Assad gobernó Siria con una mano de hierro, perpetuando un legado de opresión iniciado por su padre, Hafez al-Assad. Desde el inicio de la guerra civil en 2011, el régimen ha sido acusado de crímenes de guerra, incluyendo el uso de armas químicas y desapariciones forzadas.
El palacio presidencial, ahora saqueado por rebeldes, simboliza el contraste entre el lujo desmedido de la familia Assad y el sufrimiento de millones de sirios desplazados y empobrecidos.
¿Qué sigue para Siria?
El futuro de Siria es incierto. La coalición rebelde promete formar un gobierno basado en instituciones y elecciones, pero las divisiones internas, el sectarismo y la influencia de actores externos como Turquía y Estados Unidos podrían complicar este proceso.
Los sirios enfrentan ahora dos caminos: la oportunidad de construir una nación democrática o el riesgo de caer en nuevas formas de autoritarismo o conflicto.
Impacto regional y global
La caída del régimen de Assad reconfigura el panorama geopolítico del Medio Oriente. Rusia, Irán y Turquía buscan redefinir su papel en la región, mientras que potencias occidentales como Estados Unidos llaman a una transición ordenada que evite un vacío de poder similar al que surgió tras la Primavera Árabe.
Joe Biden calificó este momento como «histórico», pero advirtió sobre los desafíos que plantea estabilizar un país fracturado.
Conclusión: entre la esperanza y la incertidumbre
Siria vive un momento crucial de su historia. La caída de Bashar al-Assad ofrece una oportunidad para el renacimiento, pero los retos son monumentales. Mientras tanto, el mundo observa con cautela, consciente de que el desenlace tendrá repercusiones mucho más allá de sus fronteras.
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