Un silencio inusual y cargado de significado ha caído sobre la frontera más militarizada del planeta. En un drástico cambio de política, el nuevo gobierno de Corea del Sur suspendió sus transmisiones de propaganda hacia el Norte, y Pyongyang, sorprendentemente, ha correspondido el gesto, abriendo una frágil ventana a la desescalada.
En la península de Corea, donde la tensión es una constante y la amenaza de conflicto es diaria, un simple cambio en el paisaje sonoro se ha convertido en la noticia más importante en años. El nuevo gobierno liberal de Corea del Sur, liderado por el presidente Lee Jae-myung, ha tomado una audaz primera medida para rebajar la hostilidad con su vecino del norte: apagar los potentes altavoces que durante el último año han estado emitiendo propaganda y música K-pop a través de la Zona Desmilitarizada (DMZ).
La Decisión de Seúl: Un «Paso Proactivo» del Nuevo Gobierno
La orden de suspender las transmisiones se dio apenas una semana después de la toma de posesión del presidente Lee, el 11 de junio. La oficina presidencial calificó la medida como un «paso proactivo para reducir las tensiones militares y restaurar la confianza» entre las dos Coreas.
Esta decisión representa un giro de 180 grados con respecto a la política de «ojo por ojo» de la anterior administración conservadora de Yoon Suk-yeol. Bajo el gobierno de Yoon, las transmisiones se reanudaron en junio de 2024 como represalia a una peculiar campaña de provocación de Corea del Norte, que consistió en enviar miles de globos cargados con basura, desperdicios e incluso estiércol hacia el Sur. Esto desató un ciclo de escalada que deterioró las relaciones a su punto más bajo en años.
La Reacción de Pyongyang: Un Silencio Inesperado
La respuesta de Corea del Norte ha sido la mayor sorpresa. Apenas un día después de que Seúl silenciara sus altavoces, las transmisiones de ruido y propaganda que Pyongyang emitía como contramedida también cesaron.
Este silencio es especialmente notable dado que, días antes, la influyente hermana del líder norcoreano, Kim Yo Jong, había advertido que la continuación de las transmisiones surcoreanas era un «preludio a una situación muy peligrosa» y que provocaría una «nueva contraofensiva» por parte del Norte. La decisión de Pyongyang de no escalar y, en cambio, corresponder al gesto de Seúl, es interpretada por los analistas como una clara elección por la desescalada, al menos por ahora.
«Esto es un preludio a una situación muy peligrosa.» – Kim Yo Jong, advirtiendo sobre las transmisiones surcoreanas días antes de que ambas partes las detuvieran.
Un Experimento Diplomático en Tiempo Real
La acción del presidente Lee es más que un simple gesto; es un experimento diplomático calculado. Al realizar una concesión unilateral, Seúl está probando una hipótesis central de la diplomacia de compromiso: que un primer paso hacia la desescalada puede crear el espacio necesario para la reciprocidad y, eventualmente, el diálogo.
El éxito o el fracaso de esta apuesta definirá la política intercoreana para los próximos años. Si este silencio inicial conduce a nuevas medidas de fomento de la confianza, como la restauración del Acuerdo Militar Integral de 2018 que el presidente Lee ha prometido revivir, podría validarse la vía del diálogo. Si, por el contrario, Corea del Norte reanuda las provocaciones en el futuro, los partidarios de la línea dura argumentarán que el compromiso es una muestra de debilidad.
Por ahora, una paz auditiva ha regresado a la frontera. El mundo observa con contenida expectación para ver si este frágil silencio puede transformarse en el sonido de la diplomacia.


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