Referéndum en Ecuador. Dos palabras que desde el amanecer de este domingo marcaron el ritmo del país andino. Las calles de Santa Elena, Quito y Guayaquil despertaron con un ambiente impredecible: mezcla de esperanza, tensión, incertidumbre y, sobre todo, un deseo colectivo de ser escuchados. Desde temprano, miles de ciudadanos se dirigieron a las urnas con una frase que parecía repetirse en murmullos:
“Hoy decidimos el futuro”.
En la comuna de Olón, el presidente Daniel Noboa caminó entre cámaras y ciudadanos para depositar su voto. Su gesto, firme pero cargado de simbolismo, inauguró una jornada en la que su proyecto político se somete al escrutinio del pueblo. Con una sonrisa breve y un mensaje directo, declaró:
“No hay nada más democrático que preguntarle al pueblo sobre su futuro”.
Ese fue el ambiente que envolvió la primera gran consulta popular de su administración.
El alcance político del referéndum en Ecuador
El referéndum Ecuador no es una consulta menor. Representa uno de los movimientos políticos más audaces de Noboa: modificar la Constitución para ampliar las herramientas del Ejecutivo en medio de un país sumido en una crisis de seguridad sin precedentes. Ecuador, durante décadas considerado un oasis en la región, se ha convertido en el país más violento de Sudamérica.
Las cuatro preguntas que llegaron a las papeletas —tres de referéndum y una de consulta popular— apuntan a reestructurar el equilibrio institucional y devolver al gobierno facultades estratégicas, entre ellas la polémica propuesta de permitir nuevamente la presencia de bases militares extranjeras en territorio ecuatoriano.
Son decisiones que no solo definen quién gobierna, sino cómo se gobierna.
Una jornada marcada por la violencia y el deseo de estabilidad
El contexto no es menor. En la mitad de esta historia emerge otra vez la frase clave: referéndum Ecuador. Es esa idea —la de un país redefiniéndose— la que atraviesa la atmósfera política.
Los votantes, cerca de 14 millones en total, acudieron bajo voto obligatorio. Jóvenes, adultos, agricultores, comerciantes y trabajadores urbanos coincidieron en algo: Ecuador vive un momento límite. El crimen organizado ha tomado ciudades enteras, la extorsión se ha normalizado y los grupos narcos han permeado estructuras estatales. El arresto reciente de Wilmer Geovanny Chavarría Barré, alias Pipo, líder de Los Lobos y uno de los criminales más buscados del continente, ha sido un golpe simbólico, pero no suficiente.
Noboa insiste en que el referéndum es la vía para “reafirmar el cambio”. Asegura que algunos sectores políticos han intentado frenar su agenda, pero que la consulta es un mecanismo legítimo para que la ciudadanía decida si desea fortalecer al Ejecutivo en tiempos de crisis.
Un país dividido, pero participando
Para muchos ciudadanos, votar este domingo no fue solo cumplir una obligación: fue un acto emocional. Las colas en los recintos electorales estuvieron marcadas por discusiones espontáneas sobre seguridad, economía y futuro. “No quiero más miedo”, dijo una madre que esperaba con su hijo en brazos en un colegio de Quito. Otro votante señaló:
“Estamos cansados, pero queremos creer que algo puede mejorar”.
Esa mezcla de cansancio y esperanza fue el verdadero protagonista de la jornada.
Las implicaciones regionales del cambio constitucional
La consulta también genera inquietud fuera de Ecuador. Gobiernos vecinos, analistas e incluso organismos multilaterales observan con atención lo que podría convertirse en un precedente regional: fortalecer poderes presidenciales en nombre de la seguridad.
La posible reactivación de bases militares extranjeras —especialmente de Estados Unidos— despierta temores históricos en América Latina. Para Noboa, es una herramienta de cooperación; para sus críticos, una puerta a la injerencia directa.
Referéndum en Ecuador: Lo que viene después del voto
Cuando se cierren las urnas, el país entrará en una fase decisiva. Si gana el “Sí”, Noboa recibirá un impulso político enorme para gobernar con mayor margen de acción y justificar reformas profundas. Si gana el “No”, enfrentará un escenario en el que deberá renegociar fuerzas y buscar consensos que hasta ahora se han mostrado esquivos.
Pero una cosa es clara: el país ya cambió solo por haber hecho la pregunta.La historia concluye donde comenzó: referéndum Ecuador. Una frase que, más que un proceso electoral, resume un momento en el que una nación entera se detuvo para decidir quién quiere ser.
