Una escena cargada de poder en Severodvinsk
En el helado norte de Rusia, entre astilleros blindados y vigilancia estricta, el presidente Vladimir Putin encabezó una cumbre estratégica que definirá el futuro naval de su país. Acompañado de altos mandos de la Armada y ejecutivos de la industria militar, declaró sin titubeos: «La construcción de submarinos nucleares es la máxima prioridad para la defensa rusa.»
El escenario elegido, Severodvinsk, no fue casual. Allí, en la región de Arjanguelsk, se encuentran los astilleros SevMash, corazón de la producción naval estratégica de Rusia. Fue en ese mismo complejo donde el líder ruso participó en la ceremonia de izado de bandera del submarino Kniaz Pozharsky, símbolo del avance bélico ruso y del poder disuasivo que Moscú quiere proyectar en los océanos del mundo.
Borei-A y Yasen-M: los pilares de la nueva Armada rusa
Desde 2018, Rusia ha incorporado cinco submarinos nucleares Borei-A portadores de misiles balísticos y cuatro del proyecto Yasen-M, diseñados para ataques múltiples con misiles de crucero. Cada uno es un titán subacuático, capaz de operar con sigilo y portar una devastadora carga destructiva.
Putin anunció que se están construyendo actualmente otros cuatro submarinos Borei-A, dos de los cuales ya están en fase avanzada, y que estarán equipados con los misiles balísticos Bulava, el arma más temida de la flota submarina rusa. Según el presidente, estos sumergibles de última generación forman el núcleo de la defensa estratégica marítima del país.
Kalibr y el avance de los submarinos no nucleares
Más allá del poder nuclear, Putin también dio protagonismo a los submarinos del proyecto 677, no atómicos pero equipados con misiles Kalibr, utilizados eficazmente en conflictos anteriores. Al menos nueve nuevas unidades de este tipo están previstas en el calendario de construcción hasta 2030.
Esta estrategia dual —entre armas de destrucción masiva y capacidad táctica— responde a una lógica clara: flexibilidad, respuesta rápida y presencia constante en zonas de conflicto o interés geopolítico.
La tríada nuclear y la visión de un poder indiscutible
Según datos del Instituto SIPRI, la Armada rusa cuenta hoy con 12 submarinos estratégicos capaces de portar 192 misiles y hasta 992 ojivas nucleares. Este componente representa aproximadamente un tercio del poder destructivo de la tríada nuclear rusa, que también incluye misiles intercontinentales y aviación estratégica.
La visión de Putin es clara: consolidar a Rusia como una potencia intocable, reforzar la disuasión nuclear y garantizar la seguridad en un escenario internacional cada vez más inestable. “Que nadie lo ponga en duda”, sentenció ante los medios y los oficiales presentes.
Un legado naval rumbo a 2030
El plan de Moscú prevé la construcción de seis nuevos submarinos estratégicos para el año 2030, todos desde los astilleros de Severodvinsk. Con este anuncio, Putin busca proyectar un mensaje inequívoco: Rusia no solo está preparada para defenderse, sino para imponer condiciones desde el fondo de los océanos.
A través de su renovada flota, el Kremlin asegura que mantendrá su estatus de superpotencia militar, con una Armada moderna, estratégica y altamente letal que sostenga su influencia global por décadas.
Un océano bajo control ruso
Putin ha encendido nuevamente el motor militar ruso, esta vez bajo las aguas. Su enfoque en submarinos nucleares no solo responde a una necesidad de defensa, sino también a una ambición geopolítica: reposicionar a Rusia como actor clave en la seguridad global.
Con Borei-A, Yasen-M y Kalibr navegando silenciosamente los mares del mundo, Rusia apuesta por el silencio como arma, por las profundidades como escenario, y por el temor estratégico como escudo.
TE PODRÍA INTERESAR