La tensión en Europa del Norte ha vuelto a escalar. En una maniobra que recuerda los ecos más fríos de la Guerra Fría, Vladímir Putin ordenó este martes ejercicios militares a gran escala en el mar Báltico, justo mientras las fuerzas de la OTAN realizaban sus propias maniobras en Gotland, la estratégica isla sueca.
Más de 20 buques de guerra, incluyendo fragatas y corbetas, surcaron las agitadas aguas bálticas junto a 3.000 militares rusos, 25 aviones y helicópteros y 70 vehículos militares. Las imágenes difundidas por la Flota del Báltico mostraron escenas dignas de una superproducción bélica: cazas a baja altitud, remolcadores, drones y disparos de artillería contra objetivos marítimos y aéreos simulados.
El mensaje de Putin a Occidente: “Estamos listos”
El contexto de estos ejercicios es todo menos casual. El asesor del Kremlin, Nikolái Pátrushev, acusó esta semana a Occidente de provocar intencionalmente tensiones militares en el Báltico. Según él, las autoridades de Estonia habrían intentado bloquear la navegación de barcos rusos bajo la excusa de proteger la infraestructura submarina crítica.
Hace dos semanas, un incidente casi escala a nivel internacional: un avión de combate ruso escoltó a un petrolero sin bandera que se negaba a detenerse ante la Armada estonia. Días después, un barco griego fue retenido por Rusia tras zarpar de Sillamäe, lo que encendió las alarmas diplomáticas en Bruselas.
Kaliningrado y Gotland: el tablero donde se juega el equilibrio europeo
La elección del mar Báltico no es aleatoria. Kaliningrado, enclave ruso entre Polonia y Lituania, ha sido históricamente un punto caliente. Desde allí, Rusia movilizó fuerzas de sus distritos militares de Moscú y Leningrado, junto con unidades aeroespaciales. Y del otro lado, en la isla de Gotland, la OTAN ejecutaba “Swift Response 25”, un ejercicio con fuego real liderado por Estados Unidos.
Este entrenamiento incluyó los temidos HIMARS y MLRS, sistemas de lanzamiento múltiple de cohetes, que debutaban por primera vez en suelo sueco. Para muchos analistas, se trató de una clara advertencia a Moscú sobre el compromiso occidental con la seguridad en Europa del Norte.
Un mar agitado: ¿hasta dónde llegará la escalada?
Para Donald Tusk, primer ministro polaco, el mar Báltico ya no es solo una zona económica o de tránsito. Es un posible campo de confrontación directa. La declaración se produjo tras detectar un buque ruso “haciendo maniobras sospechosas” cerca de un cable submarino vital para Polonia.Desde el Kremlin, la respuesta fue tajante: defenderán la libre navegación de sus embarcaciones “por todos los medios necesarios”. Un lenguaje que pone a Europa ante una pregunta incómoda: ¿hasta dónde está dispuesto Putin a escalar?
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