viernes, diciembre 26, 2025

“No sabemos si mañana viviremos”: El rostro humano de la guerra

Lejos de los comunicados oficiales y los análisis estratégicos, la guerra entre Israel e Irán se vive en los sótanos, en las pantallas de los teléfonos y en el miedo constante a la próxima sirena. Es una guerra que ha borrado la normalidad, reemplazándola por una angustia compartida por civiles en ambos lados de la frontera, cuyas vidas se han convertido en el daño colateral de un conflicto que no eligieron.

Teherán: El Refugio está en Discord

Para la Generación Z de Irán, una juventud que creció bajo sanciones y protestas, la guerra ha traído una nueva forma de resistencia y supervivencia: los refugios digitales. Con el gobierno interrumpiendo el acceso a internet y sin planes de evacuación pública, las aplicaciones de chat como Discord y WhatsApp se han convertido en salvavidas.

«Es el único lugar donde puedo respirar», confiesa Momo, un estudiante de 24 años en Teherán, a Al Jazeera. «A menudo estamos en contacto con la gente allí más que con nuestras familias. En medio de los bombardeos, vemos películas juntos. A veces, incluso nos quedamos dormidos en línea».

Estas plataformas se han transformado en salas de terapia, centros de información y, sobre todo, en una prueba de vida. «Si alguien no se conecta, lo llamamos. Si su voz se corta a mitad de la llamada, nuestros corazones se aceleran, nos preocupa que hayan muerto en un bombardeo», relata Samin, de 23 años.

La vida en la capital iraní es una mezcla de desafío y desesperación. Miles han intentado huir, creando atascos de horas en las carreteras, solo para encontrar que el combustible se ha agotado. Otros, como Shirin, de 49 años, están atrapados. Su padre tiene Alzheimer y no puede moverse. «No sabemos si mañana estaremos vivos», dice, resumiendo el sentir de muchos.

La guerra ha cobrado un alto precio. Un atleta de 27 años, Parsa Mansour, murió mientras dormía cuando un misil impactó cerca de su casa. Una instructora de Pilates de 32 años, Niloufar Ghalehvand, fue asesinada junto a sus padres en su hogar.

«Estábamos en el café, tomando café, y ella dijo: ‘Irán es tan hermoso. Solo desearía que pudiéramos vivir en paz, como la gente de otros países’. Todavía no puedo creer que se haya ido». – Ghazal, amiga de Niloufar Ghalehvand, víctima de un bombardeo en Teherán.

Israel: La Vida entre Sirenas y Refugios

Al otro lado, la población israelí vive bajo la amenaza constante de los misiles iraníes. La vida cotidiana se ha visto interrumpida por las sirenas que obligan a correr a los refugios. En Tel Aviv, los cielos nocturnos se han iluminado con las explosiones de las intercepciones del sistema Cúpula de Hierro, pero algunos misiles logran pasar.

El ataque al Soroka Medical Center en Beersheba ha sido un shock para la nación. Aunque el ala impactada había sido evacuada, el acto de atacar un hospital ha sido calificado por el Ministro de Defensa de Israel como un «crimen de guerra del tipo más grave». Los hospitales de todo el país han activado planes de emergencia, trasladando a los pacientes a estacionamientos subterráneos convertidos en salas de hospitalización para proteger a los más vulnerables.

Las escenas de destrucción en suburbios como Ramat Gan, donde edificios residenciales han sido alcanzados, se mezclan con momentos de alivio y alegría, como el de un padre que se reunió con su esposa y su bebé de 10 meses tras haber estado desaparecidos por más de una hora después de un ataque.

La Crisis Humanitaria que se Avecina

Organizaciones internacionales como UNICEF y la OMS han expresado su profunda preocupación por el impacto del conflicto en los civiles, especialmente en los niños. «Más allá del número de muertos, esta alarmante escalada crea un miedo y un trauma generalizados entre los niños de todas las comunidades», declaró Catherine Russell, Directora Ejecutiva de UNICEF.

El Ministro de Salud de Irán ha hecho un llamado a la ONU, destacando que la destrucción de infraestructura como redes de agua potable y plantas de energía amenaza la vida de millones y que un posible daño a instalaciones nucleares podría tener consecuencias sanitarias a largo plazo para toda la región.

En esta guerra de alta tecnología, son las historias humanas las que revelan el verdadero costo. Es la historia de un joven que se niega a abandonar su hogar en Teherán por su gato, la de una mujer embarazada que aprende técnicas de respiración por WhatsApp para controlar los ataques de pánico durante los bombardeos, y la de los médicos que trabajan incansablemente en un hospital bajo amenaza. Son estas historias las que nos recuerdan que, en cualquier conflicto, las primeras y más numerosas víctimas son siempre las personas comunes.

Paloma Franco
Paloma Franco
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