Milei y el neoliberalismo: ¿un nuevo ciclo o la misma receta?
La llegada de Javier Milei a la presidencia de Argentina es vista por muchos como el inicio de un ciclo neoliberal renovado, similar al de la década de 1970, pero adaptado al contexto de la Cuarta Revolución Industrial. Esta etapa no solo redefine las dinámicas del mercado, sino que también profundiza las desigualdades sociales y económicas, consolidando el poder de las élites.
Neoliberalismo: de Thatcher a Milei, un dogma intacto
Desde Margaret Thatcher hasta Milei, el neoliberalismo ha sostenido una premisa clara: no existe la sociedad, solo individuos que compiten en el mercado. Este principio, lejos de ser obsoleto, encuentra nuevos aliados en la hiperconectividad y las tecnologías emergentes.
David Harvey lo resumió como un proyecto político destinado a restaurar el poder de las élites económicas. Este modelo promueve:
- Desregulación masiva que reduce la intervención estatal.
- Privatización de servicios esenciales, como salud y educación.
- Dominio del mercado sobre la acción humana, impulsado por tecnologías que maximizan la eficiencia a expensas de la equidad.
La Cuarta Revolución Industrial y el nuevo rostro del capital
La Industria 4.0 no solo transforma los procesos productivos; también redefine las relaciones de poder entre capital y trabajo:
- Conectividad y digitalización. Tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT) y la inteligencia artificial permiten el control y análisis masivo de datos, centralizando el poder en manos de grandes corporaciones.
- Automatización avanzada. La robotización reemplaza empleos humanos, creando un desempleo tecnológico sin precedentes. Al mismo tiempo, surgen nuevas profesiones relacionadas con la programación y la ciberseguridad.
- Big Data y vigilancia. Los datos personales se han convertido en el recurso más valioso. Esto consolida un modelo de capitalismo de vigilancia, donde el control social y las ganancias económicas se entrelazan.
¿Más tecnología, menos trabajo humano?
Paradójicamente, mientras las máquinas realizan tareas que antes eran humanas, el tiempo de trabajo no disminuye. Las personas no trabajan menos, sino que enfrentan mayores exigencias de productividad en un mercado laboral precarizado.
La concentración de la riqueza: un problema global
El Informe Oxfam 2023 expone cómo el neoliberalismo y la tecnología han exacerbado la desigualdad:
- El 1% más rico capturó el 64% de la riqueza generada desde 2020, casi el doble que el 99% restante.
- Elon Musk, uno de los mayores exponentes de esta élite, pagó un 3% en impuestos entre 2014 y 2018, mientras trabajadores en países como Uganda aportan hasta el 40% de sus ingresos.
Esta concentración de la riqueza no solo refleja desigualdad económica, sino también un aumento en la capacidad de dominación política y social por parte de las élites.
El papel del Estado en el neoliberalismo tecnológico
Lejos de estar ausente, el Estado es un articulador clave del modelo neoliberal. Según Harvey, su función es garantizar un marco institucional que facilite la acumulación de capital. Esto incluye:
- Crear leyes que protejan a las corporaciones digitales.
- Incentivar tecnologías que aceleren las transacciones comerciales.
- Reducir la intervención social en áreas como educación y salud.
De Argentina al mundo: una nueva era de desigualdad
El regreso del neoliberalismo, ahora potenciado por la tecnología, no es un fenómeno aislado. Desde la influencia de Donald Trump en EE.UU. hasta la agenda de Milei en Argentina, este modelo busca consolidarse como una respuesta «eficiente» a las crisis económicas globales.
Sin embargo, esta receta perpetúa los ciclos de desigualdad y exclusión, dejando a millones de personas sin acceso a oportunidades básicas mientras las élites aumentan su poder.
El horizonte de la Cuarta Revolución Industrial
Franco “Bifo” Berardi señala que la mutación cognitiva provocada por la tecnología está transformando las relaciones humanas. Hoy, las generaciones más jóvenes aprenden más palabras de máquinas que de personas, lo que redefine la imaginación colectiva y las dinámicas sociales.
En este contexto, el desafío no es solo económico, sino también cultural y político: ¿cómo construir un modelo inclusivo en un mundo dominado por tecnologías que perpetúan desigualdades?
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