La tensión entre India y Estados Unidos parecía escalar sin freno. Washington había duplicado los aranceles a productos indios hasta un 50%, en represalia por la compra de crudo ruso por parte de Nueva Delhi. En medio de este ambiente enrarecido, Narendra Modi sorprendió con un mensaje conciliador:
“La relación entre India y Estados Unidos es una asociación estratégica con visión de futuro”.
Lejos de alimentar la confrontación, el primer ministro indio buscó tender puentes con Donald Trump, que horas antes lo había criticado públicamente.
Trump: entre la crítica y la amistad
En la Casa Blanca, Trump reiteró su descontento con las importaciones de petróleo ruso. Sin embargo, suavizó su postura personal:
“Siempre seré amigo del primer ministro Modi. Es un gran primer ministro. Pero no me gusta lo que está haciendo en este momento”, afirmó.
La dualidad del presidente republicano refleja el dilema estadounidense: presionar a Nueva Delhi sin romper una relación estratégica vital frente a China.
Aranceles y repercusiones económicas
El endurecimiento arancelario ha golpeado el comercio bilateral. India calificó la medida de “injusta e irrazonable”, mientras los exportadores indios enfrentan uno de los escenarios más duros desde la pandemia.
- Aranceles al 50% sobre productos clave.
- Reducción de competitividad india en el mercado estadounidense.
- Riesgo de enfriamiento en un vínculo económico históricamente sólido.
Aun así, EE.UU. continúa siendo el principal socio comercial de la India, lo que obliga a ambos gobiernos a mantener canales de negociación abiertos.
La voz de un exportador
Rajesh, empresario textil de Gujarat, recuerda con nostalgia los años de libre acceso al mercado estadounidense.
“Nuestras telas se vendían sin dificultad en Nueva York. Hoy, los aranceles nos hacen casi invisibles”, confiesa.
Su historia refleja la incertidumbre que viven miles de pymes indias, atrapadas entre la geopolítica y las promesas de un comercio libre.
La diplomacia multilateral de Modi
Mientras tanto, Modi no se ha quedado de brazos cruzados. En la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), exhibió cercanía con Xi Jinping y Vladímir Putin. El gesto fue interpretado como un recordatorio a Washington de que la India tiene alternativas estratégicas.
Paralelamente, Nueva Delhi acelera negociaciones con la Unión Europea, Australia, Chile, Perú y Nueva Zelanda, buscando diversificar sus mercados.
Una relación que aún importa
Pese a los choques, tanto India como Estados Unidos reconocen que su relación es clave en la arquitectura global. El ministro de Comercio indio, Piyush Goyal, adelantó que espera un acuerdo bilateral hacia noviembre.
La apuesta es clara: superar la coyuntura y mantener a flote una alianza que resulta indispensable frente a los desafíos de China, Rusia y el nuevo orden económico mundial.
Modi envía un mensaje calculado: India no quiere romper con Estados Unidos, pero tampoco tolerará imposiciones. El tono conciliador del primer ministro busca preservar la amistad personal con Trump, mientras refuerza la autonomía estratégica de su país.
El desenlace dependerá de las negociaciones comerciales de los próximos meses y de si ambos líderes priorizan la geopolítica sobre las diferencias arancelarias.


TE PODRÍA INTERESAR