La venezolana María Corina Machado, símbolo de la resistencia contra el chavismo, fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz, convirtiéndose en la primera figura política de su país en recibirlo. Nacida en Caracas el 7 de octubre de 1967, la ingeniera industrial y líder del partido Vente Venezuela ha sido una de las voces más firmes contra el régimen de Nicolás Maduro y sus antecesores.
Machado, de ideología liberal y discurso abiertamente anticomunista, ha mantenido una línea crítica no sólo contra el chavismo, sino también hacia sectores de la oposición que —a su juicio— han cedido ante el poder. Su propuesta política, el “capitalismo popular”, promueve la reducción del aparato estatal, la defensa de la propiedad privada y una economía abierta.
Reconocida por su lucha democrática
En 2024, Machado fue reconocida con el Premio Václav Havel del Consejo de Europa por denunciar los abusos a los derechos humanos en Venezuela. Ese mismo año, junto a Edmundo González Urrutia, fue distinguida con el Premio Sájarov a la libertad de conciencia otorgado por el Parlamento Europeo. Ambos galardones fueron antesala del Nobel de la Paz, que hoy consolida su figura como referente global de la lucha democrática.
Debido a su denuncia de fraude en las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, Machado permanece en la clandestinidad. Su hija, Ana Corina Sosa, ha sido quien ha recibido en su nombre varios de los reconocimientos internacionales.
Trayectoria y legado político
Antes de irrumpir en la política, María Corina cofundó la organización Súmate, dedicada a la defensa de los derechos electorales, y fue diputada de la Asamblea Nacional entre 2011 y 2015, donde se enfrentó directamente a Hugo Chávez con su célebre frase: “Expropiar es robar”.
Aunque inhabilitada políticamente por 15 años, Machado arrasó en las primarias opositoras de 2023 con más del 90 % de los votos, consolidando su liderazgo pese a los intentos del régimen por excluirla del panorama electoral.
Su Nobel de la Paz representa, más que un reconocimiento personal, una victoria moral para la oposición venezolana y un mensaje de apoyo internacional a quienes siguen luchando por la democracia en América Latina.
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