Aquel invierno de 2022, en medio de apagones controlados y precios disparados, Europa comprendió una dolorosa lección: depender del gas ruso era una vulnerabilidad crítica. Dos años después, la Comisión Europea ha hecho oficial un ambicioso plan para cortar definitivamente el suministro de gas ruso antes de que termine 2027.
Dan Jorgensen, responsable de Energía de la UE, no dejó lugar a dudas: “Nunca más permitiremos que Rusia utilice la energía como un arma contra nosotros”. Su mensaje, cargado de determinación, representa un giro histórico en la política energética del continente.
El plan en dos fases: así quiere Europa cortar con Rusia
La propuesta, presentada esta semana, contempla dos etapas clave:
- Primera fase (hasta 2025): eliminación total de contratos nuevos y a corto plazo con proveedores rusos.
- Segunda fase (hasta 2027): prohibición completa de todas las importaciones de gas ruso, incluyendo el GNL que aún llega por barco.
Aunque suene contundente, el camino no será fácil. Países como Hungría —históricamente alineados con Moscú— han calificado el plan de “gravísimo error”. El ministro húngaro de Exteriores, Peter Szijjarto, lo tildó de “exclusión ideológica” que perjudicaría la seguridad energética europea.
Estados Unidos, el gran ganador en esta transición
La diversificación no solo significa menos Rusia, sino más socios nuevos. El principal beneficiado: Estados Unidos, que ya provee el 45,3% del GNL europeo. La Comisión incluso ve en estas compras una vía para resolver tensiones comerciales con Washington, como los aranceles impuestos durante la era Trump.
Francia, que cuenta con cinco terminales GNL, ha incrementado sus compras a Rusia un 81% entre 2023 y 2024, generando ingresos millonarios para el Kremlin. Paradójicamente, será uno de los países más afectados si se corta el suministro de GNL ruso.
¿Un futuro energético sostenible o una crisis en puerta?
Desde 2022, Europa redujo su dependencia del gas ruso del 45% al 18%, según datos de Bruselas. También pasó de comprar uno de cada cinco barriles de petróleo ruso a solo uno de cada cincuenta. Sin embargo, queda mucho por hacer: la infraestructura para recibir más GNL estadounidense aún no es suficiente en varios países.
“Este es un paso estratégico, pero también simbólico”, afirmó Ursula von der Leyen. La Unión Europea no solo quiere cortar con Rusia, sino también con su pasado fósil. La transición energética está en marcha.
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