Detrás de los bombardeos y las amenazas, se libra una guerra silenciosa en las capitales del mundo. Desde Bruselas hasta Estambul, los diplomáticos trabajan sin descanso para desactivar una bomba de tiempo que amenaza con una conflagración global.
Mientras los misiles surcaban los cielos de Medio Oriente, en los pasillos del poder global se desataba una frenética carrera diplomática. La comunidad internacional, consciente de que el conflicto entre Israel e Irán se encontraba a un paso de una guerra regional total, movilizó todos sus recursos para intentar construir una rampa de salida. Sin embargo, este esfuerzo no ha sido un frente unificado por la paz, sino una compleja colisión de intereses estratégicos, temores económicos y cálculos geopolíticos.
Europa en Modo Crisis: «Las Preocupaciones de una Escalada son Enormes»
El epicentro del nerviosismo diplomático se sintió en Bruselas, donde los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea celebraron una reunión de emergencia. La principal preocupación, expresada por la jefa de política exterior de la UE, Kaja Kallas, era el temor a que las represalias iraníes desataran «una guerra más amplia» con consecuencias devastadoras para la estabilidad económica mundial.
El llamado «E3» —Reino Unido, Francia y Alemania— lideró los esfuerzos para mantener abiertos los canales de comunicación, a pesar de admitir que no había nuevas conversaciones formales planeadas con Teherán. Dentro del bloque europeo, sin embargo, se observaron matices significativos. Mientras que Francia, a través de su canciller, Jean-Noël Barrot, rechazó firmemente cualquier intento de «cambio de régimen por la fuerza» en Irán, calificándolo de «ilusorio y peligroso», Alemania mostró una postura más comprensiva con las acciones militares de Israel y Estados Unidos. Esta divergencia revela el dilema europeo: el deseo de paz frente a la realidad de la amenaza nuclear iraní.
El Nerviosismo Árabe: «El Gran Peligro Incluye a Toda la Región»
En Estambul, los ministros de Asuntos Exteriores árabes, convocados de urgencia por Irak, expresaron su alarma ante la posibilidad de que el conflicto se extendiera por toda la región. El canciller iraquí, Fuad Hussein, lanzó una advertencia clara: una escalada podría llevar a ataques contra instalaciones energéticas y al cierre del Estrecho de Ormuz, lo que eliminaría del mercado casi cinco millones de barriles de petróleo diarios, un golpe catastrófico para la economía global.
De manera significativa, el ataque de Irán con misiles a la base estadounidense Al Udeid en Qatar provocó una condena casi unánime de los estados del Golfo, incluyendo a Arabia Saudita, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos. Esta reacción, que muestra una rara unidad frente a la agresión de Teherán, subraya el temor de las monarquías árabes a convertirse en el campo de batalla de un conflicto ajeno, poniendo en riesgo sus ambiciosos planes de desarrollo económico, como la «Visión 2030» de Arabia Saudita.
El Cálculo de las Superpotencias: El Ajedrez de Rusia y China
Lejos de un simple llamado a la paz, las reacciones de Rusia y China estuvieron marcadas por un frío cálculo estratégico. Ambos países condenaron los ataques de Estados Unidos sobre las instalaciones nucleares de Irán, posicionándose como contrapesos a la influencia occidental.
* Rusia: Analistas de think tanks como el Washington Institute señalan que Vladimir Putin ve el conflicto como una oportunidad para desviar la atención mundial de su guerra en Ucrania y para intentar posicionar a Moscú como un mediador indispensable. Sin embargo, a Putin también le preocupa un posible colapso del régimen iraní, lo que debilitaría su posición anti-occidental en la región.
* China: Como principal socio comercial de Irán y el mayor comprador de su petróleo, el interés de Beijing es primordialmente económico. Un conflicto prolongado o el cierre del Estrecho de Ormuz representa una amenaza directa para su seguridad energética. Por lo tanto, China tiene el mayor incentivo para presionar por una desescalada que garantice el flujo de crudo.
La ONU Lanza la Alarma: «Vamos Camino del Caos»
Desde la tribuna de las Naciones Unidas, la retórica alcanzó su punto más dramático. El Secretario General, António Guterres, hizo un apasionado llamado a «darle una oportunidad a la paz», advirtiendo que el mundo se dirigía «camino del caos» y que una escalada podría «incendiar el mundo sin que nadie lo controle».
Paralelamente, un grupo de expertos independientes de la ONU condenó los ataques israelíes como una «violación flagrante del derecho internacional» y de las normas jus cogens, que son principios fundamentales que no admiten excepción.
«Denle una oportunidad a la paz. Vamos camino del caos… una escalada podría incendiar el mundo sin que nadie lo controle.» – António Guterres, Secretario General de la ONU.
Esta fiebre diplomática global, aunque intensa, no busca una paz idealista. Es una carrera pragmática impulsada por el miedo. Europa teme la crisis económica y migratoria. El mundo árabe teme la desestabilización y la destrucción de sus economías. Y las superpotencias orientales ven una mezcla de oportunidad y riesgo. La resolución del conflicto no dependerá de un consenso moral, sino del momento en que las potencias clave decidan que el costo de la guerra supera con creces cualquier posible beneficio estratégico.


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