La Policía Federal de Brasil ha acusado formalmente a Carlos Bolsonaro, concejal de Río de Janeiro e hijo del expresidente Jair Bolsonaro, de formar parte de una organización criminal que utilizó la agencia de inteligencia del país (Abin) para espiar ilegalmente a miles de opositores.
Un escándalo de espionaje de proporciones históricas sacude los cimientos políticos de Brasil. Tras meses de investigación, la Policía Federal ha concluido que durante el gobierno de Jair Bolsonaro se montó una «Abin paralela», una estructura clandestina dentro de la Agencia Brasileña de Inteligencia dedicada a espiar ilegalmente a adversarios políticos.
En el centro de la trama, según el informe policial, se encuentra Carlos Bolsonaro, el influyente hijo del expresidente, quien es acusado de gestionar la información obtenida para lanzar ataques públicos. La investigación, que apunta a una red de más de 30 funcionarios, revela la existencia de lo que muchos describen como una «policía política» al servicio de un proyecto de poder.
Concluye la Investigación: Una «Organización Criminal» en el Corazón del Poder
El informe final de la investigación, ya en manos del Supremo Tribunal Federal (STF), es demoledor. Acusa a más de 30 personas, incluyendo al actual director de la Abin, Luiz Fernando Corrêa, y al diputado Alexandre Ramagem (exdirector de la agencia durante el gobierno de Bolsonaro), de constituir una organización criminal.
El propósito de esta red era utilizar herramientas y recursos del Estado, como el software de geolocalización FirstMile, para monitorear de forma clandestina los movimientos y comunicaciones de cientos de personas consideradas «enemigas» o «indeseables» por el gobierno de entonces. La lista de espiados incluye a periodistas, abogados, jueces del Supremo Tribunal y políticos de la oposición. Según estimaciones surgidas de la investigación, la red habría vigilado ilegalmente a unas 30,000 personas.
El Rol de Carlos Bolsonaro: El «Gestor» de los Datos para Ataques Políticos
La investigación asigna un papel central a Carlos Bolsonaro, concejal de Río de Janeiro y uno de los estrategas de comunicación del clan Bolsonaro. La Policía Federal lo acusa de ser uno de los destinatarios y gestores de la información de inteligencia obtenida ilegalmente.
Según los investigadores, Carlos utilizaba estos datos para alimentar campañas de desinformación y ataques personales en redes sociales contra los adversarios de su padre, conectando así el espionaje de Estado con la guerra sucia digital. Fiel a su estilo, Carlos Bolsonaro reaccionó en la red social X, negando las acusaciones y atribuyéndolas a una persecución política del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
«¿Alguien dudaba que la PF de Lula me haría eso? […] ¿Justificación? Creo que ya la saben: ¿elecciones en 2026? ¡No lo creo! Pura coincidencia». – Reacción de Carlos Bolsonaro en X.
¿Y el Expresidente? La Sombra de Jair Bolsonaro en la Trama
Aunque el informe de la Policía Federal no acusa formalmente a Jair Bolsonaro en esta causa específica, sí señala que el entonces presidente «conocía y se benefició del esquema» de espionaje. Los investigadores consideran que ya existen suficientes elementos para procesarlo por asociación ilícita en la causa mayor que investiga el intento de golpe de Estado para anular las elecciones de 2022.
Esta nueva revelación refuerza la tesis de que durante su mandato se intentó utilizar las instituciones del Estado con fines antidemocráticos. El caso de la «Abin paralela» se suma a la investigación por el asalto a los tres poderes en Brasilia el 8 de enero de 2023 y a sus constantes ataques contra la fiabilidad del sistema electoral, por los cuales ya fue inhabilitado políticamente hasta 2030.
Un Escándalo con Ramificaciones Internacionales
La trama de espionaje no se habría limitado a las fronteras de Brasil. En marzo de 2023, una investigación periodística reveló que durante la gestión de Bolsonaro, la Abin fue utilizada para infiltrarse en computadoras del gobierno de Paraguay y obtener información confidencial sobre las negociaciones de las tarifas de la represa binacional de Itaipú.
El gobierno brasileño admitió la existencia de la operación, pero la atribuyó a la administración anterior, afirmando que fue cancelada en cuanto asumió la nueva dirección de la agencia. Este nuevo frente internacional añade aún más gravedad a un escándalo que apenas comienza a desvelar todos sus secretos y que amenaza con redefinir el legado de la era Bolsonaro.
TE PODRÍA INTERESAR