En un movimiento sin precedentes, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ordenó la instalación de altavoces en la frontera con la Franja de Gaza para transmitir su discurso ante la Asamblea General de la ONU. La medida buscaba llegar no solo a los palestinos, sino también a los rehenes israelíes y a los soldados desplegados en la zona, según informó Europa Press.
La estrategia detrás de los altavoces
Los altavoces fueron colocados sobre camiones en la frontera israelí, en una acción coordinada entre la oficina de Netanyahu y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Según el gobierno, la actividad estaba diseñada para no poner en peligro a los soldados, aunque ha sido calificada por muchos como una maniobra de propaganda.
Reacciones internas y críticas
La medida generó fuertes críticas dentro del país. Familiares de rehenes y soldados denunciaron el acto como ilegal y peligroso. Lishay Miran-Lavi, esposa de un secuestrado, expresó en X:
«Deberían hablarles a los soldados y los rehenes… decirles que el pueblo de Israel está luchando por ellos.»
El colectivo Ima Era, Madre Totalmente Despierta, cuestionó la estrategia:
«¿Durante cuánto tiempo va a usar a nuestros hijos para su campaña personal?»
Militares consultados por el diario Haaretz describieron la iniciativa como “guerra psicológica” y dudaron de su beneficio militar real.
Contexto del conflicto en Gaza
Hasta la fecha, la ofensiva israelí en Gaza ha dejado más de 65,500 muertos palestinos y al menos 167,000 heridos, según el Ministerio de Sanidad de Gaza. La acción de transmitir un discurso directamente a la población y a rehenes se suma a un conflicto ya marcado por una alta tensión y repercusiones internacionales.
Implicaciones políticas y diplomáticas
Expertos en relaciones internacionales advierten que este tipo de acciones, además de ser polémicas a nivel interno, puede afectar la imagen de Israel en la ONU y entre aliados. Algunos analistas lo consideran un intento de reforzar la narrativa de Netanyahu frente a la comunidad internacional mientras enfrenta crecientes críticas por la gestión de la ofensiva.


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