Un acuerdo de alto el fuego bajo tensión constante

El conflicto entre Israel y Hamás sigue desarrollándose bajo un frágil alto el fuego vigente desde el 10 de octubre, mediado por Estados Unidos. Aunque el acuerdo ha permitido el intercambio de prisioneros y cadáveres entre ambas partes, las violaciones armadas continúan casi a diario y amenazan con reabrir un ciclo de violencia total.

Este miércoles, el brazo armado de Hamás anunció que entregará el cadáver de un rehén israelí a las 21:00 horas (19:00 GMT). La entrega forma parte de un proceso de intercambio gradual que incluye tanto cuerpos como rehenes vivos. Sin embargo, los hechos violentos registrados en las últimas horas cuestionan la estabilidad del acuerdo.

Nuevos enfrentamientos en Gaza pese al alto el fuego

Mientras se anunciaba la entrega del cuerpo, el Ejército israelí informó que mató a dos palestinos que se acercaron de forma “amenazadora” a una zona controlada por sus tropas. En paralelo, el Ministerio de Salud de Gaza reportó la muerte de un palestino que recogía leña en el centro de la Franja, presuntamente por fuego israelí.

Israel respondió que no tenía registro de un operativo en el área señalada, un tipo de contradicción que se ha vuelto habitual durante el conflicto y que revela la falta de verificación independiente en zonas devastadas.

Intercambio de restos humanos: una negociación que no se detiene

Pese a estos incidentes, el proceso de intercambio de rehenes y cadáveres continúa. Hasta ahora, Hamás ha entregado 21 de los 28 cuerpos de israelíes que murieron en Gaza, mientras que Israel ha devuelto 285 cadáveres de palestinos fallecidos desde octubre de 2023.

Hamás sostiene que no ha podido localizar todos los cuerpos debido a la destrucción masiva en Gaza, mientras que Israel acusa al grupo islamista de retrasar deliberadamente la entrega para obtener más ventajas en la negociación.

Cómo empezó este intercambio

El acuerdo vigente contempló inicialmente la liberación de 20 rehenes vivos retenidos por Hamás, a cambio de cerca de 2 mil prisioneros palestinos. Aunque el compromiso principal se cumplió, la entrega de los cuerpos quedó pendiente y se ha convertido en un punto de tensión diplomática y emocional para ambas sociedades.

Para Israel, recuperar los restos de sus ciudadanos tiene un profundo valor político y religioso. Para Hamás, cada cuerpo o rehén funciona como un activo negociador que incrementa su influencia en la mesa diplomática.

Israel retira tropas, pero mantiene control militar

Aunque el nivel de agresión bajó desde el alto el fuego, Israel no ha dejado de ejecutar ataques selectivos y mantiene su presencia militar en la Franja. La retirada de tropas solo implica que ya no ocupan zonas urbanas, sino que se replegaron tras una línea amarilla de demarcación, donde continúan operaciones de vigilancia, francotiradores y drones.

Esto ha permitido que cientos de miles de palestinos regresen a los escombros de sus hogares, pero sin garantías de seguridad, electricidad ni servicios básicos.

Estados Unidos, el mediador presionado por ambos bandos

El papel de Estados Unidos como mediador también está en entredicho. Tanto Israel como Hamás han pedido que Washington intervenga para frenar violaciones al alto el fuego… cada uno acusando al otro. Esto evidencia que el acuerdo funciona más como un mecanismo de control temporal que como una ruta de paz sostenible.

La Casa Blanca, por su parte, ha insistido en que cualquier avance duradero debe incluir garantías de seguridad para Israel, reconstrucción para Gaza y la reactivación de negociaciones políticas más amplias.

¿Un alto el fuego o una pausa estratégica?

Aunque en lo formal el alto el fuego sigue vigente, la realidad muestra una tregua intermitente, desigual y militarizada, donde los intercambios de cuerpos funcionan como única “moneda de estabilidad temporal”.
Ninguna de las partes ha renunciado al uso de la fuerza, solo han cambiado los ritmos del enfrentamiento.

La entrega de un cadáver esta noche no es un gesto humanitario aislado, sino parte de una guerra que sigue negociándose muerte por muerte. El alto el fuego evita una ofensiva total, pero no detiene la violencia, que continúa erosionando la confianza entre ambos bandos.

Si la tregua no evoluciona hacia un acuerdo político, el intercambio de cuerpos podría convertirse en el último puente diplomático entre Israel y Hamás, antes de un nuevo y devastador capítulo del conflicto.