El conflicto ha cruzado un punto de no retorno. Un ataque israelí golpea la sede de la televisión estatal en Teherán, mientras se lanzan advertencias de evacuación a la población civil. La guerra ya no es en las fronteras; ha llegado al corazón de la capital iraní.
La confrontación entre Israel e Irán ha alcanzado este lunes su fase más peligrosa y directa hasta la fecha. En una escalada sin precedentes, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han atacado la sede de la televisión estatal iraní en Teherán y han emitido una advertencia directa a cientos de miles de civiles para que evacúen zonas de la capital. Este movimiento marca un cambio estratégico dramático, llevando el conflicto de los objetivos militares y nucleares a los símbolos del estado y los centros de población, en respuesta a lo que Israel califica como ataques deliberados de Irán contra sus propios civiles.
El Ataque al Corazón Simbólico de Irán
En las primeras horas del lunes, una serie de explosiones sacudieron Teherán. El objetivo más significativo fue un edificio utilizado por la Red de Noticias de la República Islámica de Irán (IRINN), parte del conglomerado de la radiodifusión estatal. Imágenes verificadas muestran una columna de humo elevándose desde el complejo, un claro mensaje de que la capacidad de Israel para atacar no se limita a instalaciones remotas, sino que puede alcanzar el centro neurálgico del poder mediático y propagandístico del régimen.
El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, se atribuyó la responsabilidad del ataque, declarando que los residentes de Teherán «pagarían el precio» por los ataques iraníes contra civiles israelíes. Esta declaración subraya la nueva y brutal lógica de la guerra: la doctrina de atacar infraestructura civil como represalia directa.
Sugerencia: Una imagen impactante del edificio de la televisión estatal iraní humeando, con un titular superpuesto que diga: «La Guerra Llega a Teherán».
La Respuesta Iraní y el Costo Humano
La ofensiva israelí se produce en respuesta a una nueva andanada de misiles iraníes lanzada durante la noche. Según el ejército israelí, Irán disparó aproximadamente 100 misiles que mataron al menos a ocho civiles en Israel. Las autoridades de la ciudad de Petah Tikva, en el centro del país, informaron que misiles iraníes impactaron un edificio residencial, dejando paredes carbonizadas y apartamentos destrozados.
«Estamos golpeando objetivos y capacidades militares diseñados para destruir el Estado de Israel, y ellos están disparando contra centros de población con el objetivo de golpear a civiles.» – Portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Por su parte, Irán ha denunciado que los ataques israelíes han causado la muerte de al menos 224 personas desde el viernes. Medios estatales iraníes informaron que un solo ataque israelí contra un complejo residencial en Teherán mató a 60 personas, incluyendo 20 niños. Sin embargo, estas cifras son disputadas. Grupos de derechos humanos como Human Rights Activists, con sede en Washington, sugieren que el número real de víctimas podría superar las 400, acusando al gobierno iraní de minimizar deliberadamente el número de muertos civiles.
Una Escalada con Consecuencias Impredecibles
La decisión de Israel de atacar un medio de comunicación y advertir a la población civil de la capital marca un punto de inflexión. Se aleja de la estrategia de ataques quirúrgicos contra objetivos militares para adoptar una táctica de presión psicológica y física sobre la población, similar a la «Doctrina Dahiya» utilizada en conflictos anteriores.
Los analistas advierten que esta escalada es extremadamente peligrosa. Al llevar la guerra directamente a las calles de Teherán, Israel no solo busca degradar la capacidad militar de Irán, sino también sembrar el pánico y, potencialmente, el descontento entre la población iraní contra su propio régimen. Sin embargo, esta estrategia también corre el riesgo de unificar al pueblo iraní contra un agresor externo y provocar una represalia aún más feroz y desesperada por parte de Teherán.
El mundo observa con alarma cómo las «reglas» no escritas del conflicto en la sombra se han hecho añicos. La guerra ya no es una posibilidad lejana; es una realidad sangrienta que se desarrolla en los cielos y las calles de las principales ciudades de ambos países, con un costo humano que aumenta cada hora.
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