La escalada de la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China está generando una onda de choque geopolítica que fractura el equilibrio de poder en Asia, forzando a India, el gigante emergente, a navegar un peligroso camino entre sus dos mayores socios y redefinir su rol en el escenario mundial.
La relación entre Estados Unidos y China, ya tensa, ha alcanzado un nuevo punto de congelación bajo la actual administración de la Casa Blanca, desatando una guerra arancelaria que va más allá de la economía y se adentra en el corazón de la geopolítica global. En el centro de esta tormenta se encuentra India, una potencia en ascenso que durante décadas ha perfeccionado una política de no alineación, pero que ahora se ve arrastrada a un complejo juego de poder que podría redibujar el mapa estratégico del Indo-Pacífico para las próximas generaciones.
Tradicionalmente, Nueva Delhi ha buscado «nadar y guardar la ropa», como describe un analista, manteniendo un pie en cada canoa. Por un lado, es un miembro clave del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad), una alianza estratégica con Estados Unidos, Japón y Australia vista como un contrapeso a la creciente influencia de China. Por otro, es un pilar del bloque BRICS, donde comparte mesa con China y Rusia, abogando por un orden mundial multipolar.
El fin de la ambigüedad estratégica
La nueva ofensiva arancelaria de Washington está haciendo que esta postura de equilibrio sea cada vez más insostenible. Si bien India fue inicialmente eximida de algunos de los aranceles más severos, la reciente amenaza de la Casa Blanca de imponer un gravamen adicional del 10% a cualquier nación que se alinee con las «políticas antiamericanas de los BRICS» es una advertencia directa a Nueva Delhi. Esta presión la obliga a tomar decisiones difíciles que podrían alienar a uno de sus socios vitales.
El conflicto entre Washington y Pekín no es solo un desafío para India, sino también una oportunidad sin precedentes. La inestabilidad creada por la guerra comercial está llevando a muchas naciones y corporaciones multinacionales a buscar alternativas a China para sus cadenas de suministro, un fenómeno conocido como «China+1». India, con su vasta población, su creciente base manufacturera y su ambición de convertirse en la segunda economía mundial para 2050, está posicionada de manera única para capitalizar este cambio tectónico.
El ascenso de un «Tercer Polo»
Lo que se está presenciando no es simplemente a India eligiendo un bando. En cambio, el caos global le está permitiendo acelerar su propia agenda y consolidarse como un «tercer polo» independiente en la política mundial. El conflicto entre sus dos principales socios le ha dado a Nueva Delhi el espacio para evolucionar su histórica doctrina de no alineación hacia una estrategia más asertiva de «multi-alineación».
Este enfoque pragmático y transaccional se manifiesta en su capacidad para cooperar con Estados Unidos en materia de seguridad marítima y defensa a través del Quad, mientras simultáneamente profundiza sus lazos económicos y energéticos con Rusia y participa en foros económicos como los BRICS. India no está siendo un peón en el juego de otros; está utilizando el tablero a su favor, construyendo relaciones con todas las partes para promover su propio interés nacional.
«India no tiene grandes enemigos más allá de una rivalidad sistémica con China y Pakistán. En ese sentido, ellos pueden hacer como hicieron durante su presidencia del G20: establecer puentes, poder invitar a todas las partes a que se unan a un diálogo.» – Analista Geopolítico.
El resultado no intencionado de la estrategia estadounidense para contener a China podría ser, irónicamente, el empoderamiento de una nueva superpotencia independiente. Mientras Washington y Pekín se desgastan en una costosa batalla comercial, India está jugando un juego a más largo plazo, consolidando su influencia, diversificando sus alianzas y posicionándose no como un seguidor, sino como un líder del «Sur Global».
La fractura del antiguo triángulo de poder no está llevando a un mundo bipolar, sino quizás a uno más complejo y multipolar, con Nueva Delhi emergiendo como un actor indispensable cuyo próximo movimiento es observado de cerca por todas las capitales del mundo.
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