Una denuncia que marca historia: el conflicto interno en Israel
Cuando el 7 de octubre de 2023, Israel fue sacudido por uno de los ataques más sangrientos de su historia a manos de Hamas, la nación cerró filas, unida en duelo y en defensa. La respuesta fue fulminante: una ofensiva en Gaza que se extendió durante más de 22 meses. Bombardeos, incursiones y restricciones a la ayuda humanitaria definieron el nuevo capítulo de una guerra que no cesa.
Pero esta semana, una grieta inesperada se abrió desde dentro. Dos destacadas organizaciones de derechos humanos israelíes, B’Tselem y Médicos por los Derechos Humanos-Israel, declararon públicamente que su propio país está cometiendo genocidio en Gaza.
La acusación no provino de actores extranjeros ni de sectores radicales, sino de voces judías, nacionales, con largo historial de vigilancia humanitaria. La noticia sacudió el panorama político y social de Israel.
¿Quiénes son B’Tselem y Médicos por los Derechos Humanos-Israel?
B’Tselem es conocida por su trabajo documentando abusos en los territorios palestinos. Desde hace décadas mantiene una postura crítica, pero sólida, sobre la ocupación y las violaciones de derechos humanos. Médicos por los Derechos Humanos-Israel, por su parte, ha sido reconocida por brindar asistencia médica a poblaciones marginadas, tanto dentro como fuera de Israel.
Ambas organizaciones, respetadas fuera de sus fronteras pero consideradas marginales dentro del discurso político israelí, dieron un paso sin precedentes: usar la palabra «genocidio» para describir la conducta del gobierno israelí en Gaza.
Un tabú roto: el peso de la historia en el discurso israelí
Israel es un país construido desde las cenizas del Holocausto. La palabra «genocidio» resuena con un eco emocional profundo y doloroso. Por eso, incluso los críticos más feroces de las políticas en Gaza han evitado ese término, prefiriendo hablar de “exceso de fuerza” o “daños colaterales”.
Lo que estas organizaciones han hecho es romper un muro de silencio que hasta ahora se había mantenido firme. No sólo plantean una crítica política: colocan al Estado judío en la misma categoría que los responsables de los horrores que motivaron su fundación.
Un debate internacional que ya llegó a La Haya
Las acusaciones de genocidio contra Israel no son nuevas en la escena internacional. Sudáfrica presentó una demanda formal ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), lo que ha abierto un proceso judicial de largo aliento con implicaciones legales y diplomáticas aún por verse.
Lo que diferencia esta nueva acusación es su procedencia: voces israelíes, desde dentro del sistema, confrontando al gobierno en un terreno ético, legal y simbólico.
¿Cómo reacciona la sociedad israelí?
La mayoría de los israelíes ven la guerra como una respuesta legítima a una agresión sin precedentes. Muchos aún viven bajo el trauma del ataque inicial de Hamas, que dejó cientos de muertos, secuestrados y comunidades devastadas.
Las declaraciones de B’Tselem y Médicos por los Derechos Humanos-Israel no representan al sentir mayoritario, pero sí abren un espacio necesario para la reflexión y el debate. En redes sociales y medios alternativos, se multiplican los mensajes de apoyo y de rechazo, en un nuevo campo de batalla: el narrativo.
Impacto humanitario: cifras que estremecen
Desde el inicio de la ofensiva, miles de civiles palestinos han muerto, entre ellos mujeres, niños y personal médico. Los hospitales, escuelas y refugios han sido blanco de ataques o colapsado por la crisis humanitaria.
La ayuda internacional llega a cuentagotas, bloqueada por las tensiones políticas y la desconfianza mutua. El territorio de Gaza, ya asfixiado por años de embargo, se ha convertido en una zona donde la supervivencia es una batalla diaria.
¿Y ahora qué?
Las denuncias de B’Tselem y Médicos por los Derechos Humanos-Israel no son solo palabras: son un llamado urgente a la conciencia. También representan un acto de valentía, al ir contra la corriente nacionalista dominante.
El proceso en la CIJ continuará, la guerra sigue, y las víctimas se acumulan. Pero esta ruptura en el interior de Israel podría significar un antes y un después en la forma en que el mundo —y el propio pueblo israelí— aborda el conflicto con Gaza.


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