El sur de Francia se encuentra en estado de emergencia debido a un catastrófico incendio forestal que ha destruido ya más de 16 mil hectáreas de bosques, viviendas y pueblos. Este siniestro, considerado el más grande en el país desde 1949, ha provocado la muerte de una mujer que no atendió las órdenes de evacuación y ha dejado al menos 13 heridos, dos de ellos en estado crítico, incluido un bombero.
El fuego afecta principalmente a la región de Aude, cerca de la frontera con España y del mar Mediterráneo. Las llamas, alimentadas por fuertes vientos y vegetación extremadamente seca tras meses de sequía, han arrasado una superficie equivalente a una vez y media el tamaño de París. La ministra de Medio Ambiente, Agnès Pannier-Runacher, atribuyó el fenómeno al cambio climático, que ha intensificado la frecuencia e intensidad de este tipo de incendios.
“Ya no tenemos agua, internet ni electricidad. No tenemos nada. Es el apocalipsis”, declaró Alain Reneau, agricultor afectado en el pueblo de Saint-Laurent-de-la-Cabrerisse, una de las zonas más golpeadas. Drones muestran paisajes completamente calcinados y columnas de humo aún visibles desde kilómetros de distancia.
Autoridades temen un repunte por nueva ola de calor
Aunque el incendio ha comenzado a propagarse más lentamente, sigue activo y fuera de control. El subprefecto de la región, Rémi Recio, explicó que el cambio en la dirección del viento ayudó a reducir la velocidad de expansión del fuego, pero advirtió que la situación continúa siendo crítica. “Seguimos lidiando con un incendio activo”, afirmó en declaraciones recogidas por Le Monde.
La situación podría empeorar en las próximas horas. La oficina meteorológica de Francia advirtió sobre la llegada de una nueva ola de calor que afectará a otras zonas del sur a partir del viernes, lo que podría reavivar los focos activos y dificultar los esfuerzos de los equipos de emergencia.
Las autoridades han evacuado a más de 2 mil residentes y turistas. Decenas de viviendas fueron consumidas por las llamas. Mientras tanto, los científicos advierten que las altas temperaturas y sequías prolongadas seguirán aumentando el riesgo de incendios en la región mediterránea durante los próximos veranos.


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