Las autoridades de Filipinas anunciaron el fin de las labores de búsqueda y rescate después del sismo de magnitud 6.9 que golpeó el centro del país el pasado 30 de septiembre. Según la Oficina de Defensa Civil (OCD), ya no hay personas reportadas como desaparecidas, por lo que los equipos de emergencia enfocarán sus esfuerzos en las tareas de asistencia y recuperación.
El terremoto dejó un saldo oficial de 72 personas fallecidas y cerca de 300 heridos. En la ciudad de Bogo, la más afectada por su cercanía al epicentro, se registraron al menos 30 muertes. Los hospitales locales permanecen en alerta para atender a los heridos y recibir posibles cadáveres que puedan aparecer entre los escombros.
Enfoque en la rehabilitación
El portavoz de la OCD, Junie Castillo, destacó que el trabajo no ha terminado, ya que la prioridad ahora es distribuir alimentos, agua y atender a las comunidades damnificadas. Miles de efectivos de las fuerzas de seguridad participan en la limpieza de escombros y en la recuperación de la infraestructura dañada.
De acuerdo con el Consejo Nacional para la Reducción y Gestión del Riesgo de Desastres (NDRRMC), más de 171 mil personas resultaron afectadas por el sismo, y al menos 20 mil permanecen desplazadas. La isla de Cebú aún enfrenta cortes de electricidad y agua potable, lo que obliga a muchas familias a pasar la noche a la intemperie debido al temor de nuevas réplicas.
Réplicas constantes en la región
El Instituto de Sismología de Filipinas (Phivolcs) reportó más de 2 mil 600 réplicas desde el terremoto, aunque la mayoría de baja intensidad. El país se encuentra en el Anillo de Fuego del Pacífico, una región con alta actividad sísmica y volcánica, donde cada año ocurren miles de temblores de magnitud moderada.
Las autoridades filipinas reiteraron su compromiso de acelerar la rehabilitación de las zonas afectadas, aunque advirtieron que el proceso podría extenderse varias semanas.


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