El reencuentro cultural entre México y España volvió a colocarse en el centro del debate público. Esta vez no como una exigencia diplomática ni como un reclamo político, sino como una invitación a hablar sin miedo de un pasado que sigue doliendo. Durante un desayuno informativo en Madrid, el ministro de Cultura español, Ernest Urtasun, lanzó un mensaje que resonó a ambos lados del Atlántico: abrir el diálogo sobre la posibilidad de pedir perdón a los pueblos originarios de América Latina, especialmente a México.
No se trató de una frase improvisada, sino de un posicionamiento calculado, directo y deliberadamente conciliador. En un escenario donde la relación bilateral ha vivido tensiones, silencios y momentos incómodos, la palabra “perdón” vuelve a aparecer como una llave para destrabar una historia congelada. Urtasun lo expresó con claridad:
“es tiempo de afrontar estos debates sin ningún miedo”.
H2: El reencuentro cultural como vía diplomática entre México y España
Desde el inicio de su intervención, Urtasun dejó claro que el reencuentro cultural es su apuesta para reconstruir una relación que lleva años arrastrando heridas. Recordó que él mismo fue “clave” en abrir espacios de diálogo y colaboración con México, incluso cuando la política oficial española evitaba pronunciarse sobre la carta enviada por el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador en 2019, donde solicitaba una disculpa formal por los abusos cometidos durante la Conquista.
Aquella misiva, dirigida directamente al rey Felipe VI, nunca recibió respuesta. El silencio se convirtió en distancia y la distancia, en una crisis diplomática no declarada. Sin embargo, la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia abrió una ventana para retomar el tema con un tono distinto. Urtasun lo percibe así: “estamos volviendo a caminar de la mano”.
A mitad de la nota, el ministro volvió a insistir en que todo este proceso —desde las exhibiciones culturales hasta la cooperación entre instituciones— forma parte de un proyecto mayor: impulsar el reencuentro cultural entre dos países que comparten historia, idioma y una memoria que aún requiere ser revisada.
Diplomacia cultural: museos, exposiciones y mujeres indígenas al centro
El ministro destacó un punto que ha pasado desapercibido en la prensa española: la colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para abrir cuatro exposiciones en Madrid centradas en la figura de la mujer indígena. Para Urtasun, este gesto representa más que una actividad cultural. Es un puente, un gesto simbólico y un paso silencioso hacia la reconciliación.
“El perdón no es un tema museográfico”, aclaró. “Pero la memoria sí puede abrir caminos para el diálogo.”
El mensaje fue contundente: la cultura puede sanar lo que la política no ha querido o no ha podido resolver.
España y sus resistencias a hablar del pasado
Cuando se le preguntó directamente si España debe dar un paso más allá, Urtasun no esquivó la pregunta. Reconoció algo que rara vez se dice desde el gobierno español: “a veces cuesta abrir estos debates, pero después, poco a poco, estos debates son ganadores”.
Se refería no solo al pasado colonial, sino a la incomodidad colectiva que emerge cada vez que se menciona la palabra “perdón”. En España, hablar de la Conquista aún genera reacciones encontradas: orgullo, culpa, indiferencia, defensividad. Pero Urtasun apuesta a que el tiempo y la madurez social pueden transformar la conversación.
México, una relación que busca sanar
El ministro español insistió en que el ambiente ha cambiado. Las declaraciones recientes del canciller José Manuel Albares, quien afirmó que no debe haber miedo para reconocer injusticias del pasado, fueron bien recibidas en México. Según Urtasun, esa reacción positiva muestra que el diálogo puede avanzar si ambas partes dejan atrás rigideces políticas y empiezan a hablar de manera transparente.
La cooperación cultural —dijo— es la mejor prueba de que el reencuentro cultural ya está en marcha, aunque todavía quede camino por recorrer.
Hacia un futuro compartido
El debate sobre el perdón no es una conclusión. Es el inicio de un proceso.
Un proceso que no reescribe la historia, pero sí redefine la manera en que dos naciones hermanas pueden mirar su pasado para construir un futuro compartido.
El ministro lo resumió en una frase que marcó la jornada:
“Estos debates se tienen que abrir sin temor.”
Quizá esa sea la clave para que el reencuentro cultural deje de ser un ideal diplomático y se convierta, finalmente, en una realidad palpable, honesta y duradera.El reencuentro cultural hoy vuelve a ser la palabra que abre puertas entre México y España.
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